Los habitantes y agricultores de Manabí viven dos contrastes en esta temporada invernal. Mientras en el sur hay sequía, en el norte las lluvias favorecieron a los cultivos.
Esta provincia ha sido la más afectada por la falta de precipitaciones en pleno invierno, entre enero y abril.
En la zona alta del valle del río Portoviejo, la escasez se sintió con más fuerza. Además, el agua de la represa de Poza Honda (cantón Santa Ana) no llega a recintos como El Cerecito, cantón Rocafuerte, donde quienes sembraron perdieron sus cultivos.
La economía de Pablo Vélez se sustenta en la venta de frutas, legumbres y verduras. Él tiene un puesto de venta en la vía Portoviejo-Manta-Crucita, desde hace 10 años.
Aprovecha la alta circulación en la zona. Quienes viajan “especialmente los fines de semana se detienen a tomar agua de coco helado y de paso compran verduras y frutas”.
Pero en estos días hay menos variedad de productos. Ofrece pimientos, tomate, limón, naranja, habichuela y, de vez en cuando, plátano.
Para él, el 2014 es un año agrícola catastrófico. Perdió USD 15 000 en 10 hectáreas de melón y sandía. “Sembré en la zona alta, esperanzado en la lluvia. Apenas logré un 30% de cosecha, el resto se pasmó. Ahora pienso cómo pagar mis deudas”.
La misma suerte tuvo Kléver Zambrano en Los Arenales. Sus cinco hectáreas de maíz se secaron y perdió USD 4 500. “En la zona no hay canales de riego. Si no hay lluvias, no hay producción para nosotros”.
La adversidad por la falta de agua motivó a varios agricultores a salir hacia Manta, Portoviejo y Guayaquil. Ese es el caso de Hugo Mero, del sitio La Sequita de Montecristi. En febrero abandonó sus parcelas de sandía para trabajar en la construcción en Manta.
En los mercados de Manta y Portoviejo sí hay legumbres y frutas manabitas, pero en baja cantidad. En el mercado de Tarqui, centro de Manta, el vendedor Mario Lucas cuenta que este año el mango, la sandía y el melón estuvieron caros, porque la cosecha fue baja.
La otra cara de la moneda se vive en los cantones del norte, donde las lluvias fueron moderadas. El agricultor Renán Alcívar tiene 10 hectáreas entre Tosagua y Rocafuerte.
“Sembramos maíz en las lomas. Las lluvias fueron buenas, ni mucho ni poco, lo adecuado para que las mazorcas se desarrollen”. En el noreste de Rocafuerte, a inicios de junio, empezará la cosecha de 6 000 hectáreas de maíz.
Las plantaciones de limón en el sitio Mejía, a orillas del río Portoviejo, dieron buena cosecha. José Chancay, un comerciante, cuenta que el saco de limón se consigue hasta en USD 20 y puede vender hasta 15 limones por 40 centavos.
En la zona arrocera, entre Rocafuerte y Sucre, la cosecha empezó a inicios de mayo. “No hubo inundaciones y el grano se desarrolló sin contratiempos. Lo único malo es que el quintal se vende máximo en USD 20, por la abundancia del producto”, refiere Manuel Cedeño, del sitio Corre Agua.
Para los agricultores del norte de Manabí, este invierno ha sido cosechero, con lluvias intermedias, según Xavier Valencia, del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca.
Valencia está consciente de que la sequía afectó a los campesinos del centro-sur de la provincia. De 112 000 hectáreas de maíz sembradas en Manabí se han perdido 5 600, lo que significa un 5% de la producción total. El arroz, con 4 000 hectáreas, salió a flote en la zona baja del valle del río Portoviejo.
La situación es difícil en zonas maiceras de Montecristi, Jipijapa, Paján, 24 de Mayo y Olmedo.
La falta de lluvias afectó también al ganado. La gente optó por vender miel de abeja y palo santo en la vía entre Manta y Guayaquil, para tener ingresos.
Jorge Tapia, de la parroquia Colón, en Portoviejo, dice que “el pasto no ha crecido como se esperaba, muchos vendieron sus reses. Los comerciantes se aprovechaban de la desesperación de los ganaderos y pagaban muy bajo”.
Para Tapia, la sequía no solo diezmó la producción agrícola, sino que agudizó el tema financiero. “Muchos están perdiendo propiedades que hipotecaron a cambio de préstamos.
En contexto En Manabí es la zona del país en donde menos ha llovido durante los primeros cuatro meses de la temporada invernal. Los agricultores esperaban las lluvias para el desarrollo de sus plantaciones, sin embargo, eso no ocurrió porque hubo escasez de precipitaciones.