El olor a humedad inunda el coliseo. Los vidrios rotos están por doquier y es difícil esquivar las goteras. Al mirar hacia arriba, el miedo invade a cualquiera.
Poco a poco se han ido torciendo las vigas y el techo está a punto de caer. Las luces ya no encienden y el moho cubrió el graderío y ahuyentó a los deportistas de la Ferroviaria Baja, en el sur de Quito.
Luis Limaico es presidente de esa liga y no puede más con la preocupación que le genera la situación del escenario deportivo. “Todos ofrecen, pero nadie llega a hacer nada”, denuncia tristemente.
La Liga Barrial Oriental es grande. Tiene su cancha de tierra, coliseo, graderíos y espacios comunales para sesionar o reunirse.
Todos están deteriorados y se convierten en un peligro para los deportistas que llegan, sin falta, cada semana.
El mayor riesgo ahora es que el techo se desplome sobre los asistentes. Una fuerte granizada antes de la pandemia torció los parantes y dejó una sensación de inseguridad y abandono en los deportistas.
“Los más afectados son los niños y mujeres”, cuenta Marco Vega, jugador de esa liga. Y es que en ese sitio se realizaban los campeonatos femeninos y de menores. Aunque también los mayores perdieron el único espacio seguro donde practicar el deporte favorito del país andino.
La ubicación
Para Jacinto Arévalo, presidente de la Federación de Ligas Barriales de Quito, el problema central parte de la ubicación de los escenarios deportivos en toda la ciudad.
Calcula que, al menos, el 80% de estos está ubicado en áreas de riesgo. Sean pendientes, quebradas, rellenos o junto a bosques.
A partir de ese particular nacen los problemas que afectan a la integridad de los jugadores, incluso cobrando vidas.
El clima
Las condiciones climáticas son fenómenos naturales impredecibles. Y más aún los rayos que impactan en la tierra .
Sin embargo, si la cancha está en una zona aislada donde el jugador se convierte en el punto más alto, puede atraer la fatal energía.
Sucedió en la Liga de San Carlos el 16 de octubre. Un hombre fue alcanzado por un rayo y falleció en el sitio. Otros dos resultaron heridos mientras jugaban.
Para Arévalo, este suceso es un llamado de atención para extender recomendaciones a las filiales. Una de ellas es que los partidos se suspendan cuando haya una tormenta eléctrica y que se prohíba el ingreso a la cancha con cualquier objeto de metal. “No sabemos si eso será suficiente, pero hay que empezar por hacer algo”, reflexiona.
Para Eduardo Rojas, relacionador público de la Asociación de Ligas de Microfútbol, es un tema que preocupa y les ha llevado a tomar acciones. También han extendido la disposición de diferir los partidos que no se puedan jugar por el clima. Ya la lluvia les llevó a perder dos canchas en 2021.
Y el temporal no solo ocasiona daños fatales. Con la acumulación de agua se vuelve riesgoso jugar, pues el campo de tierra se convierte en lodo y se hunde formando huecos.
Vega juega hace 50 años en la Liga Oriental y explica el peligro de lesiones por hacerlo así. Como la cancha fue construida en un relleno, es “imposible” aplanar el espacio de juego.
Las quebradas
Están las otras ligas barriales. Las más alejadas y de sectores recién poblados. Eso las ha ubicado al borde de quebradas y en espacios aislados de otros servicios.
Ese es el caso de Ciudad Bicentenario, en el norte capitalino. La cancha no tiene ningún cerramiento y está en medio de las laderas, rodeada de maleza.
“Cada día que se juega nos arriesgamos a perder siquiera dos balones”, cuenta Francisco Conforme, presidente de la liga. Al no tener delimitado el espacio de juego es frecuente que los goles terminen cayendo al abismo.
Un riesgo es que los jugadores o aficionados intenten recuperar el esférico y caigan varios metros. Hasta ahora no ha pasado nada grave, algunos resbalones, pero temen que un día la suerte se acabe.
Arévalo critica la distribución de estos espacios en la ciudad. “Es como que no les importa el deporte ni la gente”, lamenta el dirigente.
Es por eso que promueven la autogestión para reconstruir y dar mantenimiento a las áreas deportivas que comparten. Por medio de mingas limpian y dan “una manito de gato” a su lugar favorito.
Los jugadores
Es casi medio millón de personas registradas para jugar solo en las ligas barriales y parroquiales. Otras 1 000 ligas funcionan de manera independiente en Quito. Sus canchas no están tan visibles y comparten espacios con parques y áreas comunales. El objetivo primordial es hacer deporte.
La inseguridad
Otro de los grandes riesgos es la delincuencia que acecha a toda la ciudadanía. Los amigos de lo ajeno hacen de las suyas, especialmente en las ligas que no tienen un cerramiento adecuado.
Conforme asegura que así sucede en su sector. Los maleantes se esconden en el borde de la ladera y son muy hábiles para escapar.
Aún así, Arévalo asegura que están lidiando contra esa problemática. Una estrategia es reducir la venta de bebidas alcohólicas en los escenarios deportivos.
Un logro que, según sus cálculos, asciende al 80% del éxito. De esa forma, las personas están más atentas y no se dejan sorprender.
Mingas
La mayor parte de las ligas barriales se organizan en mingas y realizan autogestión para dar mantenimiento a sus instalaciones y seguir funcionando sin cobrar a los jugadores.
Los riesgos
El peligro es una percepción y se convierte en realidad cuando la desgracia toca la puerta. En las ligas barriales los vecinos se unen para crear espacios armónicos donde practicar su deporte favorito.
Inevitable es que suceda un accidente, sobre todo cuando depende de la naturaleza y sus cambios o fenómenos bruscos.
Breves
Los expertos aseguran que los espacios públicos adecuados motivan a la ciudadanía a involucrarse en las actividades comunitarias.
La apropiación del espacio público es una herramienta para luchar contra la inseguridad y la percepción de abandono en los barrios, a través de eventos deportivos y culturales.
La fraternización de los deportistas permite conocer y confiar en los vecinos para hacer espacios más amigables y seguros.
¿Cómo trabajan?
El financiamiento de las ligas barriales proviene del Municipio local. Jacinto Arévalo reclama que en 2019 les entregaron USD 3 400 para el año y no fue suficiente. Sin embargo, este 2022, el presupuesto bajó a USD 900 que, asegura, no alcanza para cubrir las necesidades básicas de los escenarios deportivos, entre ellas agua y luz.
¿Cómo surgió el tema?
La importancia de las ligas barriales en la comunidad es alta y se refleja en la cantidad de personas que participan en sus eventos. A raíz de la lamentable muerte de un jugador amateur, impactado por un rayo, surge la duda de los riesgos que corren los deportistas que asisten a escenarios deportivos barriales.
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