Los efectos del invierno del 2012 y 2013 aún se sienten en las comunidades donde hubo mayor impacto en las provincias de Esmeraldas y Santo Domingo de los Tsáchilas. Los afectados no han podido recuperar lo que perdieron.
En Tabete, por ejemplo, una pared de tierra cayó y acabó con la vida de 13 personas. Se ofrecieron casas a los deudos, pero aún no se han construido. Fue la principal emergencia que se registró en la provincia de Esmeraldas el año pasado, según la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos.
También hubo 1 125 casas afectadas, una escuela y un puente dañados, que dejaron como resultado 4 294 personas afectadas, 40 evacuados y 39 damnificados en la ‘Provincia Verde’.
En Santo Domingo, la situación no fue mejor. Los organismos de socorro lidiaron con 44 emergencias y respondieron sobre la marcha con la entrega de artículos de limpieza, víveres e incluso asistencia psicológica a las familias.
199 personas resultaron perjudicadas por las fuertes lluvias. Sus viviendas se inundaron o se destruyeron, por lo que tuvieron que ir a vivir en casas de familias acogientes.
Hace dos años, en Flor del Valle (La Concordia) incluso un puente colapsó y dejó incomunicada a la población. Los pobladores se han organizado para presionar a las autoridades locales y centrales con la reconstrucción del viaducto, pero en cada visita la respuesta ha sido la misma: no hay recursos para hacer la obra.
Los técnicos de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos levantaron información para determinar las obras que eran necesarias impulsar y se incluía no solo el puente de Flor del Valle sino también otras obras que aún no se han concretado.
Por ejemplo, muros de contención en Esmeraldas y viviendas para reubicar a las familias. Las prefecturas de ambas provincias coinciden en que se incluirán en los presupuestos y prioridades de este año, pero los pobladores son escépticos. Dicen que no es la primera vez que escuchan estos ofrecimientos y que nuevamente se han visto superados por las secuelas del actual invierno que comienza a sentirse en la región.
La Concordia
Unos palos reemplazan a un puente
La circulación de vehículos entre las comunas Flor del Valle y 29 de Septiembre (zona rural de Santo Domingo) lleva dos años suspendido.
El puente que estaba sobre el río Comohacemos fue destruido por las fuertes lluvias del 2012 y no ha sido reparado.
Los pobladores se las han arreglado para cruzar, pero arriesgando su vida. Por ejemplo, colocaron palos largos entre lo que quedó del puente y la orilla, para pasar.
En verano no tienen problemas, porque el río se seca y no hay riesgo. Pero en invierno el río crece y la única forma de cruzar es probando equilibrio, a través de los maderos.
Los pobladores se han movilizado para pedir soluciones. Sin embargo, las autoridades han dado largas.
La obra no se ha ejecutado, según el Departamento de Obras Públicas de la Prefectura de Santo Domingo de los Tsáchilas, porque faltan los recursos económicos.
Los funcionarios dijeron que el puente está considerado dentro del plan de trabajo 2014, que se hará oficial desde abril de este año. Luego de ese mes se iniciarán los estudios para la construcción del puente, cuyos trabajos se prevén que comiencen en agosto y sean terminados a finales de este año.
En Flor del Valle, los habitantes se dedican principalmente a la agricultura y a la ganadería.
Todos los días deben trasladar productos como la fruta de palma africana, maracuyá, cacao y la pimienta hacia el mercado de La Concordia.
Hay una ruta alterna para llegar, pero eso implica más tiempo. Los pobladores deben llegar a Valle Hermoso y luego regresar nuevamente a La Concordia. Esto demora una hora y media, cuando lo normal es 30 minutos, si el puente sirviera.
Fernando Chuquizán, vicepresidente de Flor del Valle, asegura que en la última campaña política se volvió a ofrecer el puente. “Cuando se cayó dijeron lo mismo, pero esta vez ya nos organizamos para estar pendientes y que no vuelvan a descuidarse de nosotros”.
Tabete
Las casas para los deudos no llegan
El próximo mes se cumplirá un año desde que 13 personas murieron sepultadas por la tierra que cedió de una loma, en el sector Tabete (Esmeraldas).
Ese día, a los deudos les ofrecieron ayuda. Pero Concepción Guagua, de 85 años, asegura que no llega. Se le dijo que tendría una nueva vivienda.
La tierra que se desprendió por la fuerza de la lluvia no solo se llevó a su esposo Epifanio Méndez, sino también sus pertenencias y cultivos.
Guagua y los deudos de las otras dos familias damnificadas tienen la esperanza de que se concrete la construcción de una casa digna para vivir.
Ella por su edad no puede caminar con normalidad y el día del derrumbe se encontraba en la casa de su hijo. Ahí recibió la noticia del fallecimiento de su cónyuge, su hijo, nuera y nieta.
Mélida Cotera, otra víctima del deslizamiento, hizo del aula de la escuela Roberto Medina su nueva casa.
La que tenía en las faldas de la ladera que cayó se perdió y se quedó sin un lugar donde vivir. Las autoridades la reubicaron en el salón de clases de manera provisional. Aún vive en este sitio donde los alumnos de tercero de básica se educaban.
El recinto Tabete fue declarado como zona no habitable por el Comité de Operaciones de Emergencia (COE), luego de la emergencia. El pueblo, con 40 años de creación, se levantó cerca a las laderas, que son inestables en el invierno.
El Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi)fue delegado para construir las viviendas y la búsqueda de las 300 hectáreas requeridas para ese fin y el sembrío de cultivos.
El delegado de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos, Guillermo Prado, señala que la tarea ha sido difícil.
“Se continúan haciendo estudios sobre los terrenos que hemos considerado. Hay que tomar en cuenta que deben ser tierras seguras y fértiles para el sembrío de plantas productivas que perdieron”.
Quinindé
Los puentes colapsaron en el cantón
Los problemas por el invierno no terminan en el cantón Quinindé, en Esmeraldas. Los mismos sitios que fueron afectados en la temporada pasada hoy soportan las consecuencias de las lluvias.
Según la Sala Situacional de Emergencias del Municipio, un puente colgante de 300 metros del recinto Valle del Sade, de la parroquia Malimpia, fue arrasado por la creciente del río Esmeraldas. Esto dejó a 400 familias aisladas y sin la posibilidad de sacar sus cultivos. En la zona se cosecha maíz, cacao…
Por ahora, la única vía de comunicación que tienen son dos lanchas menores que cruzan el río con los pobladores, dijo el presidente de la Junta Parroquial Gilbert Nazareno.
El año pasado en este recinto, un puente carrozable se desplomó. Nazareno señaló que para solucionar este inconveniente se requiere la construcción de un puente de hormigón de concreto de 350 metros de largo con bases bien estables.
Este no ha sido el único problema que han dejado las lluvias en Quinindé.
Los asentamientos poblaciones en el margen del río Blanco también preocupan.
La semana pasada, las autoridades de la Sala Situacional insistieron en la necesidad de reubicar a 1 200 familias que con cada aguacero soportan inundaciones y deslizamientos de tierra.
En el 2013 se evacuó a 500 personas de ese lugar, pero cuando el invierno terminó tuvieron que regresar a sus casas, porque no hubo una solución.
Así lo recordó Anderson Munera, técnico de la Sala Situacional. Él asegura que la mayor parte de estos asentamientos se encuentra en la parte urbana del cantón. Entre los barrios con mayor riesgo están el 20 de Mayo, Los Ángeles, Paraíso…
Según la Secretaría de Riesgos, los trabajos de reubicación están avanzados. Desde hace ocho años se trabaja en un plan de vivienda con el apoyo del Miduvi y el Municipio. Ahí se construyen casas de 6×6 metros cuadrados, cuya entrega se proyecta para diciembre.