El Instituto Geofísico (IG) de la Escuela Politécnica Nacional sugirió este viernes mantener una activa vigilancia y tareas de prevención ante la reactivación del volcán Cotopaxi, que en las últimas semanas ha expulsado ceniza de forma esporádica y en poca cantidad.
El IG, en un informe especial difundido en su portal web, sugirió “mantener activo el sistema de vigilancia y continuar con las tareas de prevención y mitigación relacionadas con los escenarios eruptivos del volcán Cotopaxi“.
El pasado 21 de octubre el IG informó de un aumento en las señales sísmicas del coloso que se erige en la cordillera andina, a unos 45 kilómetros al sureste de Quito.
Asimismo, se han reportado recurrentes episodios de tremor relacionados con las exhalaciones de vapor de agua y gases, esporádicamente acompañadas de ceniza y que han formado nubes que han alcanzado hasta los 2,2 kilómetros sobre la cumbre.
Algunas de esas exhalaciones, por efecto de los vientos, han desplazado pocas cantidades de ceniza que incluso ha llegado al sur de Quito y a los valles aledaños a la capital.
Además, el IG ha registrado variaciones en otros parámetros como ligeras deformaciones en el cono y anomalías termales en el cráter del volcán, “que cada vez son más frecuentes”.
“Esta reactivación volcánica tiene un origen magmático, evidenciado por las grandes cantidades de dióxido de azufre emitido a la atmósfera y por el porcentaje alto de componente juvenil en la ceniza recolectada”, añadió el IG en su informe especial sobre la situación en el Cotopaxi.
Agregó que, pese a que las emisiones de ceniza son cada vez más frecuentes, éstas no han llegado a los niveles registrados durante el pulso eruptivo de agosto a noviembre de 2015, cuando el coloso experimentó constantes exhalaciones de gas y ceniza, que generó preocupación entre los ciudadanos, pero que no tuvo mayores consecuencias.
El IG, en su informe, consideró como “incierta” la evolución del volcán, aunque en el corto plazo (días y semanas) dijo esperar que se repitan las emisiones de gas y ceniza, sin llegar a los niveles de 2015.
“Al momento no hay evidencias fehacientes de nuevas inyecciones de magma en zonas profundas que pudieren derivar en una erupción de mayor magnitud”, pero se prevé que haya nuevas emisiones de gas y ceniza que afecten áreas relativamente cercanas al volcán.
Un “segundo escenario” que analiza el IG es que la actividad se intensifique hasta los niveles observados en 2015, aunque para ello deberían aumentar considerablemente parámetros de deformación y de la actividad sísmica.
Si este escenario llega a presentarse y bajo ciertas condiciones atmosféricas, la ceniza emanada por el volcán podría llegar a ciertos centros poblados de las provincias de Cotopaxi y Pichincha, así como a la amazónica de Napo, las tres directamente relacionadas con el coloso.
Un “tercer escenario”, mucho menos probable, tiene relación a un eventual aumento acelerado de la deformación y la actividad sísmica, con claras evidencias de inyección de nuevo magma en dirección hacia la superficie.
Este hipotético caso, que sería mayor al observado en 2015, podría afectar con la caída de ceniza a las provincias de Cotopaxi, Pichincha y Napo, así como a las costeras de Los Ríos, Manabí y otras.
El Cotopaxi, de 5 897 metros sobre el nivel del mar, es el segundo pico más alto de Ecuador y junto al Sangay y Reventador (ambos en la región amazónica), se encuentra actualmente entre los más activos del país.
Ecuador posee más de medio centenar de volcanes, la mayoría de ellos ubicados en la cordillera andina, aunque también hay ese tipo de montañas en la región amazónica y en las Islas Galápagos, unos 1 000 kilómetros al oeste de las costas continentales del país.
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