Entrevista a Fernando Flores G, arquitecto, restaurador y catedrático.
¿Qué es la vivienda social?
Yo distingo dos niveles de vivienda social. El primero es el destinado a los pobres; orientado a la gente que carece de todo y, obviamente, no tiene recursos para adquirir una casa propia.
¿Una vivienda emergente?
Yo no creo que se trate de eso. Es una vivienda verdaderamente social. Es esa que el Gobierno está construyendo y que recibe el bono de USD 5 000. Y que constituye el techo mínimo para resolver el problema de la habitabilidad de la gente con menos recursos .
¿Y el otro nivel?
Es la vivienda económica, que le corresponde a la clase media; es decir, a la gente que gana un sueldo y que puede financiarse un préstamo. Esa tipología también tiene un contenido social pero, asimismo, posee más variables para que las personas puedan adquirir una unidad.
La otra tipología, definitivamente, tiene que ser subvencionada por el Estado. No existe otra posibilidad, ya que el estrato al que está dirigida no tiene los medios para adquirirla. Es gente que vive en los niveles más bajos de la pobreza, sin acceso a ningún tipo de crédito, sin afiliación al Instituto de Seguridad Social’ En otras palabras, es gente que no tiene recursos para invertir más allá de USD 6 000 ó 7 000.
¿Y la vivienda económica?
Es una vivienda más bien de la ciudad, para una clase económicamente urbana. Gente sólida, que tiene posibilidad de endeudarse, que tiene ingresos, que puede pagar una cuota mensual que sustituya la cuota de arrendamiento con la amortización de su crédito; que posee la posibilidad de ahorrar, es decir, que está en capacidad de contribuir con una cuota inicial.
¿Qué se entiende por hábitat digno?
Es construir un espacio que permita desarrollar las actividades del individuo y de su familia de forma racional y humana. Que tenga los espacios suficientes para que no exista ni promiscuidad ni hacinamiento. Una vivienda donde haya estos dos contravalores es indigna.
¿Nada más?
El resto puede ser una contribución al mejor vivir. Pero lo mínimo necesario es disponer de espacios que le permitan a la persona vivir con holgura. Claro, deben incluir los servicios básicos.
¿Una casa de 36 m² sirve para vivir sin hacinamiento?
Es el área mínima que se puede construir para una familia no muy numerosa. He visto viviendas de esa superficie, que entrega el Estado, que a mí me parecen dignas; es decir, tienen lo necesario para resolver los problemas de convivencia más urgentes. De ahí en adelante, esa gente sigue ampliando su casa según los requerimientos que se le presentan.
¿No existe el peligro de que con solo estos elementos se dé paso a una tugurización, como ya ha sucedido en algunos casos?
Sí es que son urbanos, sí, existe el peligro. Pero la mayor parte de esas viviendas es periférica; se está construyendo en zonas alejadas de los centros urbanos.
Ahora bien, yo creo que el hábitat digno depende mucho de la forma de vivir. Se afirma que 36 m² pueden ser muy poco espacio para una familia pero, ¿qué pasa en Japón? ¿Qué pasa en los países altamente densificados de Europa donde vivir en departamentos de 28 ó 30 m² es cosa común?
Yo mismo viví con mi mujer en Milán, durante un año, en un departamento de 32 m². Y, claro, la forma de vida cambia según la educación: una educación para aprovechar los espacios.
Departamentos que tienen armarios o sofás que se vuelven camas por las noches, por ejemplo. Esas son las formas como viven las sociedades industrializadas.
Pero se necesita dinero para tener el equipamiento apropiado y eso no hay acá.
Desde luego, eso no hay acá. No hay los recursos. Tampoco la educación. Pero en Japón un inmueble de 30 m² ya es un superdepartamento. Y muchos ecuatorianos residen en ellos y viven felices. En París’ En Amsterdam.
¿Entonces, cuál ha sido el fracaso de los programas de vivienda social en el país?
Porque no hay una educación para la convivencia. Debe haber una capacitación para saber utilizar esos espacios y saber convivir en ellos. Aun en los estratos más altos, convivir en un condominio o en un edificio resulta difícil si no se guarda la disciplina y se establecen unos límites. Por decir, usted no puede hacer ruido exagerado o no puede poseer un animalito o una mascota’ Son formas de vida que exigen una educación específica.
¿Falta reglamentación?
Más que una reglamentación hace falta promover una campaña para educar a la ciudadanía a vivir en comunidad y en esos espacios reducidos.
¿Y el espacio público? ¿O todo es cuestión de rimeros de casas o número de pisos?
Para nada. Necesitamos espacio público, espacio abierto, parques, jardines. Equipamientos comunales que compensen esas limitaciones que tiene la vida contemporánea y la forma de vivir en espacios reducidos.
En los países industriales pasa eso. Las torres densas donde la gente vive como en panales disponen, a cambio, de grandes parques públicos. Han liberado el suelo para tener árboles, jardines, juegos, zonas donde se puedan realizar actividades comunales.