En la edificación se realizaban algunos trabajos de mejora tras el terremoto del pasado 16 de abril. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
El desprendimiento de una viga desde lo alto de un edificio de 11 pisos en el centro de Guayaquil provocó daños a tres vehículos parqueados en la calle Colón, entre Pedro Carbo y Chile, y a uno más que circulaba por el sitio. El incidente no dejó víctimas ni heridos.
La estructura colapsó cerca de las 16:00 de este lunes 13 de junio en un edificio sin numeración, aledaño al de la esquina suroeste de la intersección de Colón y Pedro Carbo. Ambos tenían fisuras, tras ser afectados por el terremoto del pasado 16 de abril.
El hecho causó conmoción entre los transeúntes y quienes conducían vehículos por el lugar, pues los escombros cayeron encima de los autos. El material quedó esparcido sobre la acera, junto a la lona que cubría los trabajos.
Una parte de la viga que se desprendió seguía colgando desde lo más alto al final de la tarde y una pared de la terraza quedó inclinada peligrosamente hacia la acera. El Municipio de Guayaquil aplicó sellos de paralización de la obra y el Cuerpo de Bomberos de Guayaquil cerró hasta nueva orden los dos carriles de circulación en el sentido oeste-este de la calle Colón.
“Este edificio tuvo afectaciones de mampostería tras el terremoto del 16 de abril y tenía un acta de compromiso firmada con el Municipio para realizar las reparaciones”, informó el coronel Martín Cucalón, jefe del Cuerpo de Bomberos.
Los propietarios de la edificación deberán responder por los daños y subsanar la situación, dijo. “Vemos que no han tomado las precauciones del caso y ha sucedido este incidente. A buena hora no hay desgracias personales, sino tres vehículos dañados”, agregó Cucalón.
Jessica Mejía, quien se movilizaba en un Hyundai gris por el lugar cuando se desprendió la viga y cayeron los escombros, contó los momentos de angustia que vivió junto a su hijo, un pequeño de dos años, quien no paraba de llorar.
“Nos cogió la luz roja y el edificio comenzó a caer. No entendíamos qué estaba pasando, solo era el ruido y el susto que nos pegamos cuando vimos los pedazos que empezaron a caer encima de nosotros. Es un milagro que todos estemos bien”, contó Mejía. El auto terminó con abolladuras en el techo y con el vidrio trasero roto.
Nancy Martínez, habitante de un cuarto piso de la edificación vecina, en el número 313 de la calle Colón, se quejó porque una esquina de la losa de su departamento terminó destrozada por el desprendimiento de la estructura. “Todos los días me caen pedazos del edificio de al lado en el techo. Ahora sentí que se venía abajo. ¿Quién me va responder por los gastos?”, se preguntó.