Ecuador vive con intensidad la temporada de montaña. Cada año, entre junio y agosto, miles de personas eligen los volcanes y cumbres de la Cordillera de los Andes para practicar actividades de aventura como senderismo y montañismo. Sin embargo, aclimatarse adecuadamente es clave para evitar complicaciones y garantizar una experiencia segura.
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Las nieves del Chimborazo, Cotopaxi, Cayambe, Antisana y Sangay forman parte del paisaje andino en esta época del año. Estos destinos atraen tanto a excursionistas nacionales como a visitantes extranjeros que buscan retos de altura.
Antes de recorrerlos, los especialistas insisten en una preparación física gradual y en reconocer los síntomas del mal de altura, también conocido como soroche.
Qué es el mal de altura y cómo identificarlo
El mal de altura es una respuesta del organismo a la disminución de oxígeno en lugares por encima de los 2 500 metros sobre el nivel del mar.
La menor presión atmosférica obliga al cuerpo a realizar un esfuerzo mayor para oxigenar los tejidos, lo que puede provocar síntomas como dolor de cabeza, náuseas, dificultad para respirar, tos, presión en el pecho, mareo, agitación, vómito o diarrea.
Este cuadro puede aparecer incluso después de pocas horas de estar en zonas altas. Por eso, es fundamental reconocer las señales tempranas y actuar a tiempo.
Disminuir el ritmo, hidratarse, ingerir alimentos energéticos o, en casos más graves, descender hacia zonas más bajas, son medidas recomendadas para contrarrestarlo.
Recomendaciones para aclimatarse y evitar emergencias
El Ministerio de Turismo ha difundido una serie de recomendaciones para quienes planean ascensos durante esta temporada:
- Iniciar con actividades de media montaña como el Iliniza Norte, Rucu Pichincha, Sincholagua, Imbabura, Rumiñahui o Fuya Fuya.
- Conocer la altitud del destino y evaluar si se tiene la condición física adecuada para la actividad.
- Mantener una alimentación equilibrada y evitar el consumo de cigarrillos, alcohol o bebidas energizantes.
- Durante el ascenso, beber líquidos calientes y azucarados.
- Caminar a ritmo constante, sin exigirse en exceso.
- Ante síntomas leves, ingerir frutas, cereales, chocolate o carbohidratos y continuar hidratándose.
- Si las molestias persisten, detener el ascenso y regresar a un refugio.
- Las personas con enfermedades cardíacas o pulmonares crónicas, hipertensión o anemia deben evitar este tipo de actividades. Tampoco se recomienda exponer a niños menores de cuatro años a grandes altitudes.
La temporada de montañas ofrece una oportunidad única para explorar la riqueza natural del país, pero cada paso hacia la cumbre debe ir acompañado de información, preparación y respeto por las condiciones del entorno.
Camina seguro, sube con responsabilidad
Antes de cada ascenso, es fundamental verificar el pronóstico del clima, ya que las condiciones pueden cambiar rápidamente en alta montaña. La aclimatación previa con caminatas a menor altitud permite que el cuerpo se adapte progresivamente y reduce el riesgo de mal de altura.
También se recomienda compartir la ruta planificada con familiares o autoridades locales, para facilitar una respuesta oportuna en caso de emergencia.
El equipo adecuado marca la diferencia entre una experiencia segura y una situación de riesgo. Es indispensable llevar ropa térmica en capas, protección impermeable, linterna, GPS o brújula, además de alimentación energética e hidratación suficiente.
Las autoridades también insisten en no realizar estas actividades en solitario: ascender acompañado disminuye los riesgos y mejora la capacidad de respuesta ante cualquier eventualidad.