La formación académica y emocional de las 10 niñas ecuatorianas para viajar a Houston avanza. Ellas forman parte de la primera misión espacial que estará, el próximo 19 de agosto, en el Space Center de la NASA, como parte del programa Ella es Astronauta.
Esta iniciativa fue creada hace un año por la Fundación She Is y como es un proyecto piloto llevó a las primeras 31 niñas colombianas de zonas afectadas por la violencia y pobreza. Este año se extendió la convocatoria Ecuador y Perú, también para niñas de 9 a 15 años.
Es la etapa más importante de sus vidas cuando viven en medio de la pobreza, pandillas y violencia, y hay que protegerlas, dijo Nadia Sánchez, creadora de la Fundación.
El programa gratuito tiene como objetivo motivar para que se proyecten en las ciencias, matemáticas, tecnología e ingeniería.
Son estudiantes con excelente rendimiento académico (sobre 9,20/10) y participativas. “Buscamos romper la brecha de género y tener más mujeres científicas en Latinoamérica”, dijo Sánchez.
En Ecuador, la iniciativa se ejecuta con apoyo de la Fundación Mujeres sin Límites y de Global Women. La convocatoria se abrió en enero y postularon más de 1 200 pequeñas de varias provincias. Tras las evaluaciones fueron seleccionadas 10 de Morona Santiago, Guayas, Chimborazo, Loja y Pichincha. Ellas demostraron tener afinidad por la investigación.
Ahora ellas y otras 15 niñas de Perú y 35 de Colombia reciben capacitación virtual -todo en español- durante cuatro meses. Las clases son sobre temas académicos y de salud mental (autoestima, liderazgo, prevención de embarazos y más).
“Hemos aprendido sobre las misiones de la NASA, robótica y cohetes espaciales que nos llenan de curiosidad”, dijo María Rojas, de 12 años, de Loja. En el Space Center tendrán nueve horas de clases diarias con científicos, estarán en cohetes y vestirán de astronautas.
Para Anita Fernández, de Mujeres sin Límites, esta experiencia cambiará la vida de las niñas, de sus familias y de sus entornos. “Cuando regresen de la misión no van a ser las mismas, van a tener otras perspectivas y serán modelos de inspiración para otras menores”.
Costos
USD 10 000 en promedio cuesta la beca (formación previa y viaje) de cada niña hacia la NASA. El financiamiento está a cargo de fundaciones, con la ayuda de empresas privadas.
‘Compartiré lo que aprenda’. Evelin Quezada Taisha, Morona Santiago
Vivo en la comunidad shuar de San José y todos los días camino 15 minutos para llegar a la Unidad Educativa de Taisha (Morona Santiago). Lunes y miércoles me quedo donde mi tía (en la ciudad), que tiene internet, para recibir mis clases para ir a la NASA. Estoy en 7º de básica y muy contenta por lo que aprendo.
Vimos cómo se arman y funcionan los robots. Nos dejan con muchas curiosidades y preguntas que haré a los científicos cuando esté allá. Por ejemplo, estuve investigando y entre las misiones de los viajes a la luna está el Apolo, del 11 al 17, pero no está el 13. Me preguntaba qué pasó. Estoy emocionada por conocer de cerca el aterrizador que pisó la luna.
‘Esta beca me prepara’. Candy Tsanimp Limón-Indanza, Morona
Fue una gran sorpresa cuando, en mi escuela, recibí la noticia de que iré a la NASA. Lloré de la emoción porque me han dado la oportunidad de prepararme, viajar por primera vez en avión y conocer cosas grandes de la ciencia. A veces no creo lo que me está pasando. Somos tres hermanos y el de 11 se siente muy motivado, siempre está a mi lado preguntándome lo nuevo que leo sobre las investigaciones de la NASA. Allá llevaré un cuaderno para anotarlo todo y luego compartir esa experiencia con mis compañeros y maestros. Mis profesores me felicitaron, dicen que debemos dejar en alto al país y estoy preparada para eso. Agradezco a mis padres por apoyarme.
‘Me dicen niña astronauta’. Luciana Loaiza Riobamba, Chimborazo
Me gustan el fútbol y la robótica. Estuve en un curso; con lo que aprendí hice un carro que se movía por luz… fue genial crear eso. Ahora tengo más curiosidades sobre la NASA y el universo, para entender y proteger nuestro planeta.
También me encanta observar las piedras en la tierra. Mis padres están felices. Nunca he tenido suerte, pero cuando supe de la convocatoria apliqué y para gran sorpresa fui seleccionada. Aquí estoy, lista para ir explorar el espacio. En las clases me gusta interactuar, encontrar respuestas de las cosas más raras del espacio. Mis compañeras están felices, me piden autógrafos. Se siente lindo cuando me dicen ‘la niña astronauta’.
‘Tengo muchas preguntas’. Ariana Burbano Quito, Pichincha
Estoy en séptimo de básica en una escuela fiscal de Alangasí. Esto nos abre un horizonte que a veces es inalcanzable para los adolescentes. No soy de las que investiga hasta el último papelito que hay en la NASA, pero sí de temas generales que me ayudarán cuando esté allá.
Me imagino a la NASA como un espacio gigante, dentro de un montón de hectáreas con naves, cohetes y aterrizadores lunares estacionados, para el entrenamiento de los astronautas, y a los científicos caminando con esos trajes. En las clases virtuales de ahora, a veces todos levantamos la mano para preguntar, pero no alcanza el tiempo, pero allá será más fácil de entender y preguntar.