Pruebas y monitoreo, parte del proceso de vigilancia de vacuna

El Inspi dirige los laboratorios de referencia para el diagnóstico de SARS-CoV-2 en Ecuador. En las instalaciones en Guayaquil se hará la evaluación. Foto: Inspi

El Inspi dirige los laboratorios de referencia para el diagnóstico de SARS-CoV-2 en Ecuador. En las instalaciones en Guayaquil se hará la evaluación. Foto: Inspi

El Inspi dirige los laboratorios de referencia para el diagnóstico de SARS-CoV-2 en Ecuador. En las instalaciones en Guayaquil se hará la evaluación. Foto: Inspi

Detectar síntomas de forma oportuna y monitorear periódicamente la respuesta inmunológica, serán elementos esenciales del proceso de farmacovigilancia en quienes reciban las vacunas contra SARS-CoV-2 que adquirirá el país.

Mediante este mecanismo se determinará la eficacia de los compuestos y aportará a establecer las formulaciones más convenientes para la población local. El 13 de noviembre se conoció que el Instituto Nacional de Investigación en Salud Pública (Inspi) será el encargado de la evaluación.

Su director, Alberto Orlando, detalló que la institución cuenta con más de 100 profesionales para realizar los diagnósticos relacionados a la inmunización. “Es, básicamente, evaluar en un grupo grande de personas que no tenga efectos adversos y que cumpla las funciones de eficacia”, dijo.

A través del Centro de Referencia Nacional de Influenza y otros Virus Respiratorios, el Inspi se ha encargado de la detección del SARS-CoV-2 y su circulación. Hasta ahora han realizado más de 280 000 diagnósticos.
Para la fase inicial de vacunación, el exministro de Salud Luis Sarrazín explica que se deben aplicar pruebas básicas de medición de anticuerpos, para ver la evolución de la curva de reacción inmunológica. Así se podrá conocer la potencia de cada vacuna y el tiempo de duración de la inmunidad.

A esto suma el seguimiento clínico o la identificación de sintomatología por cada caso. Por ello, destaca la importancia de planificar un monitoreo individualizado. “No sabemos cómo el cuerpo humano puede reaccionar, en su estructura interna genética, a un elemento de estructura genética que le será inyectado. Puede asimilarlo, generar algún trastorno estructural o provocar alguna molestia”, dice.

La microbióloga Aracely Álava, experta en Salud Pública, explica que una de las novedades en el diseño de vacunas son partes de ARN o material genético mensajero. La fórmula incluye una fracción del virus SARS-CoV-2, específicamente la proteína S, la espícula con la que ingresa a la célula humana para luego multiplicarse.

En esta exposición controlada, el organismo puede activar su sistema de autodefensa. Entonces, a través de los linfocitos T, empieza la producción de anticuerpos.

“Los estudios, hasta ahora, han demostrado que son eficaces. Pero el tiempo no es suficiente como para valorar todas las consecuencias. Al ser un virus nuevo, aún no se conoce con exactitud todo su mecanismo ni su acción sobre el organismo”, asegura. De ahí la relevancia de la evaluación.

Javier Carrillo, vicepresidente del Colegio de Médicos del Guayas, indica que cada país debe hacer una valoración antes de aplicar las dosis de forma masiva. Esto tomando en cuenta los factores genéticos y raciales bajo los que han sido desarrolladas.

“El asunto racial es distinto, por lo que pueden tener otro tipo de respuesta inmunológica localmente. Por eso es importante la farmacovigilancia”, dice. Y en este proceso recomienda incluir pruebas que midan la reacción inflamatoria, que suele reportarse en casos graves de covid-19.

Interleuquinas, proteína C reactiva y dímero D son algunos de esos parámetros que pueden dar alertas. Sobre los primeros grupos inmunizados, Carrillo sugiere que exista un equilibrio para resultados más certeros. “Una medición adecuada puede incluir al personal sanitario de la primera línea, adultos con factores de riesgo y jóvenes para tener una visión más amplia de los posibles efectos”.

Pedro Barberán, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Espíritu Santo (UEES), explica que según los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud las pruebas iniciales se deben realizar en no más de 20 000 personas.

Como una fase previa aconseja aplicar desde ahora estudios de prevalencia. Así se puede tener pistas del estado de inmunidad en el país y establecer grupos prioritarios.

La UEES desarrolla un ensayo en cerca de 4 000 personas de Guayaquil y Galápagos, que cada cuatro semanas pasan por pruebas serológicas de inmunoglobulina G, parte de la respuesta inmune ante el SARS-CoV-2. “El estudio permiten tener la cantidad de pacientes con inmunidad. Quienes no la tengan son los que deberían ser vacunados”.

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