Ecuador es un país altamente vulnerable a eventos climáticos adversos debido a su ubicación geográfica. Frente a esta realidad, el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) con su red de estaciones hidrometeorológicas, es un actor clave.
Las estaciones monitorean variables climáticas como temperaturas, presión atmosférica, precipitación y vientos. Actualmente, el Inamhi tiene 90 estaciones, muy lejos de las 230 que había antes del 2010.
Más noticias
Las limitaciones presupuestarias obligaron a desactivar gran parte de ellas (140) sin contar que varias estaciones han sido vandalizadas, entre ellas las de Esmeraldas y parte de Guayas, explica Vladimir Arreaga, jefe de pronósticos y alertas de la institución.
Para compensar la falta de estaciones se establecieron alianzas con entidades públicas y privadas, como Emaps en Quito, la empresa municipal de agua de Guayaquil, Celec, la Universidad Central y Técnica de Manabí.
Gracias a estas alianzas, ahora cuenta con información meteorológica de al menos 170 estaciones. Además, tiene su propio modelo de pronóstico que mejora a medida que se le alimenta de más información de estaciones.
Pero las reducciones presupuestarias, al ser tan significativas, mermaron su capacidad operativa, incluso su nómina cayó de 300 a 130 empleados. En 2013 contaba con 17,8 millones de dólares; para el 2016 cayó a 3,4 millones de dólares y hoy Arreaga afirma que cuentan con 2,3 millones de dólares.
Estos recortes limitan el avance en la mejora de modelos numéricos, investigación y la generación de servicios específicos.
Aunque, hay que destacar que en febrero pasado se reactivó el pronóstico agrometeorológico cada tres días, que beneficia al sector agrícola.
Por otra parte, la falta de un radar meteorológico y la infraestructura obsoleta siguen siendo desafíos. La falta de recursos impide el mantenimiento adecuado y la reactivación de más estaciones, la renovación de equipos, algunos de los cuales no han sido actualizados en 15 años.
Aunque se han invertido en servidores y computadoras nuevas, muchos equipos ya han cumplido su vida útil. Una estación automática completa bordea los 40 mil dólares.
El aporte de servicios hidrometeorológicos tiene un impacto positivo en la economía de cualquier país, pues permitiría tomar decisiones mejor informadas a las autoridades y a los sectores estratégicos, productivos, turísticos, sanitarios.
Una imagen satelital centrada en la zona norte de América del Sur. Foto: Goes Imagery Viewer
Avances meteorológicos con imágenes satelitales
Frente a las limitaciones, desde 2005, los pronosticadores han sido testigos de los avances de la meteorología a escala mundial, incluido el Ecuador. Antes de los años 2000, dependían, en parte, de los satélites meteorológicos como GOES 8 y 13, que proporcionaban imágenes cada tres o seis horas. Pero desde hace 20 años, se cuenta con información cada 10 minutos del satélite GOES 16.
Los actuales canales satelitales permiten monitorear en tiempo real fenómenos específicos: el canal Visible detecta niebla y nubosidad; los canales compuestos identifican incendios forestales mediante anomalías térmicas; el canal Infrarrojo mide la temperatura de las nubes, y el canal Vapor de agua evalúa la humedad atmosférica, crucial para prever lluvias.
Alertas: ¿Cómo responden los gobiernos locales?
Las alertas meteorológicas se fortalecieron desde 2017, emitiéndose con 48 horas de anticipación y, en algunos casos seis horas antes. Estas alertas son cruciales para la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos y los gobiernos municipales, que usan para activar cuerpos de emergencia y tomar medidas.
Sin embargo, la efectividad de estas acciones depende del personal especializado en gestión de riesgos en cada GAD.
En Quito, por ejemplo, se adaptan alertas locales basadas en las nacionales y se realizan acciones anticipatorias como limpieza de sumideros, canales, quebradas. En general, la efectividad de las acciones de los gobiernos municipales varía.
Álex Archundia, gerente de Segura EP de Guayaquil, destaca que la ciudad adoptó un enfoque integral para manejar riesgos climáticos: abarcan análisis, monitoreo, reducción, preparación y recuperación post desastre. Las inundaciones en zonas urbanas y rurales son la principal amenaza. De ahí que la comunicación constante con el Inamhi y el uso de información de pluviómetros municipales son clave para generar boletines diarios y coordinar respuestas con diferentes direcciones municipales.
Además crearon 200 Comités Comunitarios de Gestión de Riesgos para atender emergencias y gestionar recursos. Desde enero, se activaron mesas técnicas enfocadas en planes de preparación y contingencia.
Desde el 15 de diciembre de 2024 se atendieron 746 eventos climáticos con 1505 funcionarios y se entregaron 500 kits de asistencia. La inversión en 2024 fue de nueve millones de dólares.
El Inamhi también destaca las labores en Cuenca y Manta con la coordinación y respuesta ante alertas meteorológicas es más eficiente, con comités especializados y acciones preventivas bien organizadas.
Sin embargo, en muchos otros GADs, la falta de personal especializado en gestión de riesgos limita la efectividad de las medidas preventivas o no tienen suficientes personas para movilizarse al territorio para realizar las acciones preventivas en zonas vulnerables.
Manabí bajo lluvias torrenciales inesperadas
Para la actual época invernal, Arreaga reconoce que esperaban una temporada normal de lluvias, porque la parte oceánica no experimentaba ningún calentamiento antes de febrero. Esto hizo que algunos gobiernos locales trabajen de acuerdo con el comportamiento habitual de lluvias.
Por ejemplo, en Manabí, las lluvias torrenciales impactaron más de lo esperado. La alerta del Inamhi llegó a los gobiernos locales el 5 de febrero debido al intenso y rápido calentamiento oceánico.
Pese a que normalmente no llueve con tanta severidad, este año se afectaron localidades como Portoviejo, Santa Ana, Bolívar, Junín y 24 de Mayo. Inundaciones, colapsos de vías y viviendas destruidas se ven en 16 cantones.
Estos cambios bruscos de una sequía severa como la de 2024 seguido de un invierno intenso en lluvias es una señal de que no se puede olvidar que el clima de Ecuador tiene un comportamiento especial por su posición geográfica. El país recibe influencias climáticas de los cuatro puntos cardinales. Los sistemas nubosos pueden ingresar por el norte (Esmeraldas, Carchi y Sucumbíos) y afectar con lluvias. La humedad de la cuenca amazónica de Brasil también se desplaza hacia Ecuador, ingresando por la Amazonía al callejón interandino y llega hasta la región costera. Esto, a su vez, provoca mayores precipitaciones en el litoral y parte de la Sierra.
Cambios extremos en caudales de agua: desafíos y soluciones
Por otra parte, con el Cenace, Arreaga enfatiza que se identificaron cambios extremos en los caudales de agua debido a las lluvias. El año pasado hubo caudales mínimos históricos, pero las lluvias de diciembre causaron caudales máximos históricos, al igual que ahora creando un desequilibrio.
La rápida recuperación de caudales ayuda a la generación de energía, pero los sedimentos acumulados pueden dañar los equipos hidroeléctricos. Es necesario planificar bien las descargas de agua para evitar riesgos a las localidades aguas abajo.
El proyecto Paute Integral tiene un reservorio para épocas de sequía, pero se necesita mejor planificación para aprovechar el agua acumulada en invierno, especialmente en sectores productivos como la agricultura y la ganadería.
Vladimir Arreaga, director de pronósticos y alertas del Inamhi y Javier Macas, pronosticador.
Las precipitaciones en 2025 vs. la sequía de 2024
Cada localidad tiene un comportamiento específico de precipitaciones basado en promedios de los últimos 30 años.
Aunque, para febrero de este año, la época invernal llegó con más fuerza en las distintas localidades. Agunos ejemplos: En Guayaquil, febrero de 2025 acumuló 645,5 mm de lluvia, casi el doble del promedio normal de 332 mm.
La estación Izobamba, en el extremo sur de Quito registró 306 mm en febrero de 2025, más del doble del promedio de 150 mm.
En Cuenca, la precipitación fue de 120,7 mm, un 40% más del promedio de 85 mm. En Nueva Loja, Sucumbíos, se registraron 639 mm, un 166% más del promedio de 240 mm.
Durante la sequía de 2024 también se vieron cambios drásticos: En Quito se registraron solo 39 mm en septiembre, muy por debajo del promedio de 84 mm. En Cuenca, se registraron 40 mm en septiembre, por debajo del promedio de 50 mm. En Guayaquil, no llovió nada en septiembre de 2024, cuando el promedio es de 2 mm.
Los pronósticos del Inamhi son evaluados a diario
Los pronósticos y alertas diarios que realizan los siete pronosticadores del Inamhi tienen calificación, del 0 al 100% de aciertos.
Ellos trabajan en turnos rotativos todo el año. En el último trimestre de 2023, la calificación promedio fue del 85%; en el primer trimestre de 2024 subió al 86%, pero cayó al 73% entre abril y junio.
En febrero de 2025, el porcentaje de aciertos fue del 83%. La OMM establece un estándar internacional de entre 75% y 80%, por lo que el Ecuador estaría dentro del rango.
Aunque Arreaga señala que países con mayor presupuesto y tecnología, como Estados Unidos, tienen una certidumbre más alta en sus pronósticos debido a la disponibilidad de radares meteorológicos y satélite propio.
La mayoría de los pronosticadores ecuatorianos son ingenieros ambientales, con una física especializada en modelación numérica y una ingeniera de geociencias trabajando en automatizaciones.
Los pronosticadores reciben capacitación constante fuera del país, ya que en Ecuador no hay oferta académica específica. A través de cooperación internacional, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) les provee de capacitaciones constantes.