A 4 800 metros de altitud, el oxígeno escaseaba en los pulmones del ciclista quiteño Karl Egloff . Aun así, se las arregló para imprimir fuerza en su pedaleo y logró llegar primero al refugio de los Hermanos Carrel, a medio camino hacia la cumbre del Chimborazo (6 310 m de altitud).
Tras él, más de 300 ciclistas que participaron el domingo 15 en la séptima edición del Chimborazo Extremo tenían el mismo propósito. En ese refugio, los organizadores situaron la meta de esta singular competencia que convocó a cientos de aficionados hacia uno de los atractivos de la Reserva de Producción Faunística Chimborazo (58 560 hectáreas).
Egloff fue el más rápido. Cronometró 2 horas 11 minutos y 8 segundos (02:11,8) en un trayecto de 40,5 kilómetros por asfalto, tierra, empedrados y algo de nieve.
Al arribar a la meta gritó: “ ¡Lo logre. Sí. Lo hice!” y se abrazó con sus familiares que le felicitaban.
Para soportar el frío intenso (entre 0 y 10 grados), los atletas vestían licras ajustadas (tejido sintético de gran elasticidad) de diversos colores. Egloff se cubría con una blanca con franjas verdes.
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El evento deportivo entusiasmó a decenas de turistas extranjeros. Ellos se sentaron sobre rocas rojizas planas para no perder los detalles. Les llamaban la atención los gestos, las palabras y el esfuerzo de los deportistas.
El segundo pedalista en concluir fue el cuencano Esteban Carrión. Los calambres en las piernas por poco lo obligan a abandonar la competencia. “Tuve que superar el dolor físico y concentrarme en llegar”. La carrera extrema empezó a las 08:30 desde la estación Urbina, a 3600 metros de altitud. El día despejado y con sol acompañó a los ciclistas.
Los menos expertos llegaron más temprano para los ejercicios de calentamiento. Otros (de Azuay y de Pichincha) acamparon en los verdes potreros de la estación férrea.
Los corredores transitaron por la antigua Panamericana, por el sector Cuatro Esquinas, por un camino empedrado y de tierra. Luego de los primeros 5 kilómetros de recorrido, 20 competidores abandonaron la prueba por daños en sus bicicletas .
Los demás ascendieron por el camino ‘de los hieleros’. Algunos resbalaron y sufrieron heridas leves. Pero el premio más importante fue llegar a la meta.