Un trabajador del almacén Josehp’s coloca pegamento en las plantas de los zapatos. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
Un monumento a la manufactura del calzado se erigió en el ingreso de Cevallos.
La elaboración de zapatos de todo tipo es la principal actividad económica de los habitantes de este cantón, sin deslindarse de la agricultura, la ganadería y el turismo.
En cada una de las familias hay un artesano que sabe del oficio, que se hace de manera artesanal. Algunas incluso se dedican solo a la fabricación del producto. El cantón tiene
8 163 habitantes, según el INEC. Datos de la Cámara Nacional de Calzado indican que en el cantón se elaboraron 4,8 millones de pares de zapatos en el 2018 y se generaron USD 96 millones; en el año previo se confeccionaron 4,9 millones de pares, con un ingreso de más de USD 99 millones.
Es el segundo cantón -después de Ambato– que fabrica botas, botines, zapatos altos, casuales, deportivos e industriales. El producto se envía a Guayaquil, Quito, Cuenca, Ibarra y a otras ciudades.
A pocos metros del monumento El Artesano se encuentra la casa de dos pisos y el amplio local de Paola Villacrés y Ángel Martínez. Los esposos inaugurarán en las próximas semanas el segundo local de zapatos de hombre, elaborado en suela, planta y prefabricados. Invirtieron USD 350 000 en la nueva infraestructura.
Villacrés administra el negocio y su esposo confecciona el producto en un pequeño taller, que se encuentra detrás del actual local, ubicado en la calle 13 de Mayo y González Suárez.
Ella confiesa que el actual espacio es pequeño e incómodo cuando hay gran afluencia de visitantes. Esta zona del centro de Cevallos se abarrota de compradores los fines de semana y feriados. En los últimos ocho años, los propietarios de las casas adecuaron locales con grandes vitrinas.
En perchas metálicas y con luces fijas se exponen los diferentes modelos, colores y diseños. Los visitantes observan, tocan y se prueban. El zapato casual para hombre y mujer va desde los USD 30. Mientras que el de niño puede encontrarse desde los 15. El precio al por mayor va desde los USD 12.
En los alrededores del coliseo De los Deportes, el mercado Central y el parque se mejoraron los espacios para que los socios de las 59 asociaciones exhiban su producto. Las veredas también fueron adoquinadas con vistosos colores y se asfaltaron las calles.
“Más de 180 talleres, entre pequeños, medianos y grandes, se dedican a la elaboración de este producto”, asegura Marco Tituaña, presidente de la Asociación de Calzado de Cevallos (Calzafince).
Cevallos fue una de las poblaciones afectadas por las erupciones del volcán Tungurahua y la caída de ceniza. Se destruyeron cultivos y pastizales, obligando a los agricultores a buscar otros trabajos.
Gustavo Martínez es uno de los artesanos que impulsó el cambio en el cantón. Antes de la reactivación del volcán se dedicaba al pastoreo de vacas y a cuidar las huertas de frutillas, manzanas, duraznos y claudias. En sus tiempos libres confeccionaba zapatos de hombres, de manera artesanal.
El emprendedor, de 59 años, recuerda que le pagaban poco por el cajón de frutas, sus vacas no tenían qué comer y sus cuatro hijos carecían de lo más básico; era el 2008. Ese año decidió adquirir un terreno en el centro de Cevallos y dedicarse a la fabricación de zapatos.
Además, formó una asociación para aumentar la producción, comprar maquinaria y ser capacitados por la Prefectura y otras entidades estatales. Con la manufactura de calzado también se desarrollaron negocios de comidas típicas y huertos frutales.
“Nos llevaban a ferias en otras provincias para promocionar el calzado”, recuerda el emprendedor.
La empresa de Martínez da trabajo a 25 personas y a siete maestros, quienes unen las piezas de los zapatos en sus casas. Sus cuatro hijos se convirtieron en socios y lo apoyan en el área del diseño, mantenimiento de la maquinaria y las ventas. El año pasado invirtieron USD 26 000 en un área para confeccionar suelas; antes se traían de Colombia. Fabrican 20 pares de suelas cada día.
“La inversión está dando resultado. Antes debíamos esperar la mercadería y se demoraba en llegar”, dice Martínez.
Las estrechas vías de doble carril conectan el centro del cantón con las comunidades y barrios de Cevallos. Los huertos frutales y sembradíos se levantan en ambos lados de las vías señalizadas.
En el Barrio Bellavista está el taller artesanal de Wálter Suárez. Dos cuartos de la casa fueron readecuados para la elaboración de botas y botines. Suárez trabaja con instituciones educativas que cuentan con bandas o bastoneras.
“Cuando hay trabajo solicitamos ayuda a familiares, para poder sacar los pedidos”, comenta Suárez.