En el cuasi juicio al Gran Fiscal, la pugna no solo fue a favor y en contra del personaje, sino entre juicieros y juiciosos, entre firmes y vulnerables, en definitiva, entre correístas aduletes y correístas con discernimiento.
Al centro del despelote están los resbaladizos ‘agtencionistas’, que sabiendo hacia dónde late su shungo, siguen con la cantaleta “ni que sí ni quizá ni que no”. Marco, el Escamón, aparentemente receloso y desconfiado, quería tener chance de aterrizar en cualquiera de los dos lados.
La Presidenta de la Comisión de Fiscalización, resbalosita, pasó la pelotota al Presidente de la Asamblea. Este tuvo la enfermedad más oportuna de su vida, la caquexia que se corcha rápidamente y, al salir del hospital, declaró con solemnidad: no hay votos para el juicio ni hay votos para el archivo del proceso, eso está en el limbo’ Este puede ser el sitio a donde van los que mueren antes de tener uso de razón o donde están detenidas las almas esperando la redención del género humano (léase Asamblea). El asambleísta Rodríguez, del sector adulete, planteará la reforma a la Ley Orgánica de la Función Legislativa, para incorporar la figura del limbo, adonde van a parar los juicios “ni chicha ni limonada”.
“Por fuera estoy en contra pero por dentro estoy a favor”, decía el asambleísta escamoso. La Comisión quedó descuartizada sin fuerza, sin shungo, exactamente como quedó la oxigenación del Gabinete, es decir, como el oxígeno: incoloro, inodoro e insípido.