Para nosotros los andinos una maldición eso del armamentismo. Incontables las ocasiones en que venciendo inercias tradicionales nos hemos empeñado en iniciar políticas fiscales cuya sostenibilidad nos condujera al desarrollo humano, y nuestros índices de prosperidad fueran distanciándose de los de aquellos países a cuyos pueblos se les definió de “condenados de la Tierra”, los africanos subsaharianos. Aquellos empeños quedaron truncos pues teníamos que armarnos en defensa de fronteras inciertas una vez que el vecino lo hacía. De las guerras fratricidas que se produjeron los únicos vencedores eran los traficantes de armas.
Es lo que nos está aconteciendo en los actuales momentos. Colombia en manos de Uribe es un peligro para Venezuela y Ecuador. No solo que cuenta con unas Fuerzas Armadas más numerosas y mejor equipadas sino que sus vinculaciones con los Estados Unidos nos llevarían a una confrontación de resultados absolutamente predecibles en el campo bélico. Como no podemos darnos por muertos antes de que suenen los tiros, hemos iniciado una carrera armamentista que está echando por los suelos nuestros programas de desarrollo.
Las siete bases estadounidenses en territorio colombiano responden a los designios del presidente Uribe: el Plan Colombia tenía que fracasar. Las inmensas plantaciones de coca se han duplicado, el narcotráfico es más activo que nunca y las FARC se mantienen en pie. Buenas razones para que uno crea que la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo es una pantalla que oculta propósitos en los que coinciden la extrema derecha colombiana con las corporaciones norteamericanas.
Sigo creyendo que el petróleo venezolano es una tentación irresistible para quienes, con anterioridad a Chávez, lo manejaban en su beneficio. Estoy convencido de que la alianza energética sudamericana es lo peor que les pudo suceder a las transnacionales que refinaban el petróleo sudamericano. Poca duda me cabe de que el socialismo que va imponiéndose en nuestro subcontinente les quita el sueño a quienes dirigían nuestras economías en alianza de intereses con las oligarquías plutócratas que nos gobernaban.
Es así que razones no faltan para sostener la posibilidad de una invasión a Venezuela por tropas colombo-norteamericanas, si de aquí a poco tiempo una imparable crisis económica no liquida a Chávez y de paso a Correa.
Hay algo más: cabe que entre los designios de Uribe, y la extrema derecha colombiana a la cual representa, se halle el hacer de su país un Estado Libre Asociado de los Estados Unidos al igual que Puerto Rico.
En los días de mi vida dejaría de combatir los designios aparentemente descabellados de un personaje que pasaría a la historia con un calificativo infamante.