El próximo sábado se cumplirán 40 años del retorno a la democracia. El período más largo sin dictaduras militares, lleno de momentos disímiles que dejan enseñanzas para el futuro del país en el que hay nuevas sensibilidades de la sociedad con respecto a la política.
Este ciclo, en el que hubo 14 presidentes, tiene cuatro períodos bien delimitados. El auge de los partidos; otro de inestabilidad, caracterizado por el derrocamiento de tres mandatarios; el correísmo y el poscorreísmo.
En 1970, Velasco Ibarra se declara dictador. En 1972, Ecuador entra a los regímenes dictatoriales de América del Sur cuando toma el poder el comandante del Ejército, Guillermo Rodríguez Lara. Este fue sustituido por un triunvirato militar en 1976 y el 10 de agosto de 1979, el país vuelve a la democracia con Jaime Roldós como presidente.
Desgaste de los partidos
Un primer período, en términos políticos, es el que pone a prueba el sistema de partidos propuesto por la Comisión Jurídica de 1977, en el que funciona, a decir del director de Ciencias Políticas de la Universidad de Los Hemisferios, Daniel Crespo, un sistema de péndulo hasta la caída de Abdalá Bucaram.
Osvaldo Hurtado presidió en 1977 la Comisión Jurídica que creó la ley de partidos. Al ser consultado si la intención de esta norma era instaurar un bipartidismo, idea que se desprende al analizar el péndulo electoral que marca la década de 1980, es enfático al decir que no.
“Lo ideal es que haya dos partidos. Pero eso no creo que sea posible en el Ecuador y nunca planteamos esa posibilidad, pero sí que existan dos o tres partidos mayoritarios, que puedan alternarse en el ejercicio del poder”, dice Hurtado y explica que las reformas a la ley hicieron que perdiera su esencia.
Simón Pachano, especialista en partidos políticos de Flacso, cree que además de eso, los partidos políticos fueron migrando de organizaciones proselitistas con organizaciones hacia el clientelarismo y el populismo.
Daniel Crespo dice que el marco mundial de la crisis de la deuda hizo que el sistema de partidos políticos funcionara como un péndulo que iba desde una posición abierta como la de Roldós hacia la derecha de Febres Cordero, de la social democracia de Borja al neoliberalismo de Durán Ballén, hasta el populismo de Bucaram.
Inestabilidad
La caída de Abdalá Bucaram, quien dura seis meses en el poder, inaugura el período de mayor inestabilidad política desde el retorno a la democracia. Bucaram dice que la oligarquía y la prensa lo sacaron de la Presidencia, pero el sentimiento antipolítico se vive intensamente.
Se establece un interinazgo que no toma en cuenta a la vicepresidenta en funciones, Rosalía Arteaga. Así, el Presidente del Congreso toma el poder y convoca a una constituyente, una exigencia de los movimientos sociales, en especial de los indígenas, que bogaba por esta reivindicación.
La nueva Constitución permite la irrupción de los movimientos sociales en la política formal, sin la necesidad de ser partidos. Napoleón Saltos, exdirigente de Pachakutik, dice que la fuerza social había cambiado, porque el movimiento obrero se había dispersado, puesto que la otrora fuerza sindical procedente de la industrialización de los años 70 se había disipado por una economía ligada a los servicios en los 90. La aparición de los movimientos es clave en el derrocamiento de tres gobiernos.
Santiago Basabe, director de estudios políticos de Flacso, cree que, además, los 10 años que van entre la caída de Bucaram y el correísmo deben ser vistos como un hecho que no debe pasar nuevamente: echar un presidente no resuelve los problemas, sino que los agrava.
Basabe dice que la salida de los tres presidentes se debió a factores particulares. Con Bucaram es hartazgo de la clase política, con Mahuad hubo un intento de creer en la política, pero el manejo económico y la crisis bancaria del 99 fueron un golpe fuerte para la población. Cree que la salida de Gutiérrez no fue por el tema económico, sino porque confluyeron acuerdos políticos y descontento popular.
Correísmo y poscorreísmo
Tras el período de inestabilidad llega el correísmo, enmarcado como un ciclo en el que se tomaron varias decisiones que propendieron a garantizar el ejercicio del poder: destitución de asambleístas y el llamado a una constituyente para garantizar el marco jurídico de sus acciones posteriores.
Simón Pachano considera que Rafael Correa es un síntoma de todo un proceso de desprestigio del sistema de partidos e incluso de la incapacidad de los movimientos sociales. “Es un producto de un proceso de desintegración de las bases institucionales del Estado y la crisis de los partidos políticos. ¿Qué habría pasado si Correa aparecía durante la rivalidad de Borja y Febres Cordero? Nada. No es él quien termina con los partidos políticos sino que es un producto del desgaste de los partidos”.
Napoleón Saltos coincide con esta idea y agrega que la estrategia correísta para frenar a los movimientos sociales fue además desarticularlos con una cooptación de cuadros dirigenciales, crear una división interna y finamente aislarlos con la criminalización de la protesta social.
La Constitución de Montecristi le dio el marco legal a Correa para lograr su modelo hiperpresidencialista en el que el Estado se vuelve protagónico, que da trabajo en una bonanza petrolera, que hace grandes obras y que incluye un endeudamiento agresivo para lograrlo.
Visto desde la inestabilidad que precedió a este período, se podría pensar que haber dejado el alboroto de los derrocamientos sería algo importante. Sin embargo, Santiago Basabe dice que si el hecho de generar estabilidad electoral fuese suficiente para la democracia, pero que los 10 años de Correa en el poder (2007-2017) dicen lo contrario, porque hubo estabilidad a costa de una deslegitimación y un ataque a las libertades. “Estabilidad más respeto a las libertades dan cuenta de una mejor democracia. Esa es la enseñanza de este período”, agrega Basabe.
Daniel Crespo hace una pregunta: “si a mí me preguntaban en el 2017 si una vez posesionado Lenín Moreno iba a estar hablando de poscorreísmo en términos de desmantelar ese proceso, seguro no hubiese apostado por el panorama actual”. Para Crespo, la inclusión de una consulta popular que desmonta la injerencia en los organismos de control marca un nuevo ciclo.
Aun así, los retos políticos actuales, para Simón Pachano, no deberían ser solo apuntar al modelo correísta, sino que se deberían entender las nuevas sensibilidades de los jóvenes, que están por fuera de los partidos, los movimientos sociales o el sindicalismo. Una nueva política.
“Hay nuevas demandas, el feminismo, los mileniales. Ninguna sociedad está preparada, por eso la política está en crisis”, finaliza Pachano.
Comisiones jurídicas
Transición. El 23 de diciembre de 1976 la dictadura permitió que se instalen tres comisiones. Una redacta una constitución, otra una reforma, la de 1945, y una tercera hace una ley de partidos.
Ecuador vuelve a las urnas
Votación. 1978 es un año importante en la transición: los ecuatorianos votan por la vigencia de la nueva constitución el 15 de enero, y el 16 de junio votan en elecciones presidenciales.
Ganan Roldós y Hurtado
Elecciones. En el balotaje, efectuado el 29 de abril de 1979, el binomio Jaime Roldós y Osvaldo Hurtado se impone a Sixto Durán Ballén y José Icaza. “La fuerza del cambio” fue el lema ganador.
La firma de la paz con Perú
Guerra. Un hecho importante en el período democrático fue el acuerdo de paz con Perú, el 26 de octubre de 1998. En este ciclo hubo dos guerras:
Paquisha (1981) y Cenepa (1994).
Dos intentonas golpistas
Militares. En todo el período hubo dos intentos de golpe militar. Uno en 1986, por Frank Vargas. Otro en el 21 de enero del 2001, con Lucio Gutiérrez. Ninguno terminó en la toma del poder.
14 presidentes en 40 años
Regímenes. De los presidentes electos por votación popular, tres fueron derrocados. Rosalía Arteaga recién fue reconocida como tal en 2018, y Rafael Correa fue reelecto tres veces.