“El teléfono o la vida” fue la amenaza que recibió Andrea Sandoval cuando dos hombres la asaltaron en el sector del playón de La Marín. Ocurrió la tarde del lunes 20 de junio mientras regresaba de su oficina en el norte de Quito.
Llevaba una cartera negra con sus pertenencias. El celular lo tenía en el chaleco cuando los sujetos se acercaron y la amenazaron. La joven de 29 años no se recupera del susto.
Desde ese día ya no cuenta con el recorrido del trabajo por el paro, por lo que le ha tocado caminar hasta conseguir un taxi.
El 70% de la población quiteña se moviliza en transporte público, pero desde el martes 21 de junio se suspendió el servicio de transporte público y municipal, por lo que las personas se han visto obligadas a caminar o ir en camionetas. Esto a su vez ha implicado exponerse a robos o asaltos, como el caso de Andrea Sandoval, cuyo trabajo sigue siendo presencial.
Eduardo Piedra, jefe del distrito Manuela Sáenz de Policía, cuenta que solo la mañana del jueves 23 de junio se detuvo a dos presuntos delincuentes. Uno en El Trébol y otro cerca de la plaza de Santo Domingo, en el Centro Histórico.
Una de las zonas más conflictivas es el parque El Ejido, cerca de donde se desarrolla la mayor concentración de manifestantes, dice Piedra. “Hay gente vinculada a las actividades delictivas, que aprovecha esta situación para cometer ilícitos”, reconoce.
Asegura que la Policía continúa con los patrullajes de manera habitual. Pero los gendarmes no siempre están presentes cuando ocurren los robos. Sandoval, por ejemplo, dice que no había presencia policial desde la zona de San Blas hasta La Marín.
Policía concentrada en manifestaciones
Para William Basantes, presidente de la Federación de Barrios de Quito, en las marchas ha notado cómo la delincuencia común se ha apoderado de las calles. “Por ejemplo, en San Juan cierran el paso para pedir plata”, cuenta indignado.
Dice que su mayor preocupación es el “abandono” de los barrios por parte de la Policía, que está concentrada en los puntos críticos de las manifestaciones. Esto es aprovechado por los delincuentes.
Además de pedir dinero o amenazar para que les entreguen las pertenencias, los antisociales utilizan el método de arranche. A Paulina Cando, enfermera de 38 años, le sucedió en la Villa Flora, en el sur, pasadas las 16:00 del miércoles 22 de junio.
Cuando iba a subir a una camioneta que le acercara hasta su casa, en Chillogallo, un hombre le arranchó la cartera. Ella se quedó con el celular en el bolsillo y sin monedas para pagar el servicio.
En un recorrido realizado por este Diario el martes 21 de junio fue posible observar sectores como San Blas, La Marín, La Mariscal, El Trébol, entre otros, sin presencia policial ni militar. Las personas, por ejemplo, caminaban rápido por la avenida Pichincha sujetando fuertemente sus pertenencias.
Martín Calle, trabajador de 36 años, ha optado por llevar “sueltos” en su bolsillo para evitar ser víctima del hampa. “Es como llevar (monedas) para las viudas en fin de año”, dice.
Su oficina está cerca de la avenida Amazonas y Cordero, a pocos metros del epicentro de las protestas. Vive en Monjas, a unos minutos de El Trébol, y ha caminado largas distancias desde el lunes 20 de junio. “Ya ni sé cuántas veces me han querido robar”, recuerda. Para huir ha tenido que correr o ingresar a algún local.
Juan Carlos Rojas, miembro de la Asamblea Ciudadana de Quito, dice que la desprotección es evidente. “A muchos vecinos los han atracado ya. No hay policías, no hay seguridad”, denuncia.
Dice que en San Blas, su barrio, hay robos a diario. Quienes van a pie, en moto, en carro y hasta quienes están en los locales son víctimas de la delincuencia.
Hasta el momento, no hay cifras actualizadas de las denuncias por robo, desde el 13 de junio que se inició el paro. La última actualización de la Fiscalía, en su página web, es de abril de 2022. Tampoco se cuenta con cifras de la Policía.
En redes sociales los usuarios denuncian cada día los robos que sufren en las calles. Periodistas, paramédicos, estudiantes y otras personas han colgado su queja en Twitter, para alertar a los demás de los lugares más peligrosos. Entre ellos se destacan La Marín, Villa Flora, Carcelén, La Mariscal, Magdalena y Chillogallo.
Una periodista denunció que junto a su equipo fueron asaltados y despojados de sus celulares y equipos de trabajo cerca de la avenida Patria el martes 21 de junio.