En un sesudo análisis que hace la Senplades sobre la importancia del dedo en la revolución ciudadana, se deduce que este adminículo juega un papel fundamental en la administración pública y en las relaciones interculturales. El desarrollo del país, a nivel de ‘paraíso’, no hubiese sido posible si por unas nutridas declaratorias de emergencias no se hubieren celebrado miles de contratos a dedo.
La burocracia no desbordaría sin nombramientos a dedo, reafirmando la más auténtica dedocracia. Ejemplo: al nombrar el nuevo fiscal ya se sabía hace meses quien iba a ser. Claro, gracias al dedo.
La dedoterapia se aplica en sabatinas, cadenas, propaganda y publicidad del Gobierno y consiste en meternos el dedo sobre las maravillas de la ‘robolución’. La Senplades clasifica a los dedos en: a)Pulgar: levantado hacia arriba significa aprobación: b) Índice: cuando se mueve de izquierda a derecha quiere decir no; c) Medio: bien erguido con índice y anular dobladitos, significan una grosería, aunque los socialcristianos lo reivindican cual símbolo de solvencia testicular.
En el Gobierno hay fijación mental del dedo medio, especialmente en las caravanas presidenciales. De ahí el error, como en el caso de Riobamba, donde una dama mostró el índice, meneándolo bonito de derecha a izquierda, diciéndo “No, Presidente”. Éste, furioso, la acusó de mostrar el otro dedo. La verdad: 70% de ecuatorianos le muestran el dedo medio, sin sacar la mano del bolsillo.