Artesanos de La Pila elaboran replicas arqueológicas de diferente tamaño y complejidad. Buscan nuevos clientes. Foto: Cortesía Ricardo Bohórquez
Francisco Mesones lleva 33 años trabajando en lodo arcilloso réplicas de las cerámicas precolombinas que habitaron el territorio donde nació, en La Pila, en la provincia de Manabí.
En la parroquia rural del cantón Montecristi quedan solo 10 de sus ceramistas. El propio Mesones tiene ahora una barbería, aunque sigue trabajando miniaturas del arte prehispánico de las culturas Manteña, Valdivia o Jama Coaque.
El bajo precio en el que se comercializan las piezas tiene en peligro una actividad ligada a la ancestralidad de la zona, que incluye el cocido de las obras en hornos artesanales.
El proyecto de arte y comunidad Contaminados llevó hasta el poblado un taller que vincula arte, cultura popular y artesanía, que les permita a los ceramistas de la comunidad potenciar su trabajo.
En el taller se comenzaron a elaborar trabajos de temática más libre como antiguas caseteras y tortugas, por ejemplo, u objetos utilitarios como platos, jarras o cantimploras. “El reto es poder seducir a los clientes con nuevas piezas”, dijo el artesano manabita de 43 años.
El artista mexicano Cisco Jiménez (Cuernavaca, 1969) dictó el taller. “Es un trabajo colaborativo, yo les transmito mi propia experiencia en México con otros artesanos y ellos lo traducen a su propia circunstancia local. Y ya se están empezando a generar piezas que tienen mucha creatividad, con una visión más personal de cada uno”, dijo.
Jiménez también presentó en Guayaquil un dossier con su trabajo, una indagación sobre las tensiones que existen entre arte culto y la cultura popular, el folclor y la cultura de masas.
La idea es que se creen híbridos entre artesanía y arte contemporáneo. Entre las nuevas obras que les planteó trabajar a los artesanos de La Pila estuvieron grandes toca caseteras o radio grabadoras de colorida cerámica, en una suerte “de arqueología urbana porque es tecnología obsoleta convertida en piezas de barro”.
“La artesanía de La Pila es denigrada, despreciada. El objetivo es que innovando ellos se acerquen se a un público joven o a un grupo con mayor poder adquisitivo”, agregó Jiménez.
El trabajo con la comunidad de La Pila es solo una de las aristas de Contaminados. Los talleres se realizan de forma simultánea en la Isla Trinitaria, al sur de Guayaquil, donde trabaja un etnomusicólogo y un ceramista. Con los artesanos que elaboran años viejos en la calle 6 de marzo de Guayaquil, trabaja un colectivo de artistas. Y en Quito, el artista Juan Carlos León trabajará un proyecto con recicladores.
Contaminados cuenta además con un componente académico y prevé una exposición que se tomará en agosto el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (Maac), explica Matilde Ampuero, curadora y gestora del proyecto.
El artista guayaquileño Marco Alvarado está a cargo de la dirección artística. La exhibición incluirá el trabajo de las comunidades, pero también de artistas contemporáneos.