El parque Bicentenario acogerá a la primera Copa de Cabezales Quito que se realizará el sábado 25 de julio, desde las 08:00 hasta las 20:00. Foto: María Isabel Valarezo / EL COMERCIO
Cerca de 50 cabezales rompieron la monotonía quiteña. La noche del viernes 24 de julio del 2015, un convoy atravesó la ciudad desde el estadio del Aucas hasta el parque Bicentenario. Los sorprendidos transeúntes aprovecharon para hacer fotos y videos.
A las 20:00, las 50 unidades salieron desde el estadio del Aucas, tomaron la avenida Maldonado y la avenida 5 de Junio. Luego, pasaron por el Centro Histórico. En su trayecto no dejaban de hacer sonar sus bocinas.
Cuando estaban lejos, el sonido era similar a un enjambre de abejas. La gente salía de sus casas para saber de qué se trataba. Luego, a medida que avanzaban los vehículos, el ruido de las cornetas era ensordecedor. La gente tenía que gritar para comunicarse.
Pese a las molestias ocasionadas por los fuertes sonidos, la mayoría del público apreció el paso del convoy que se dirigía al parque Bicentenario, en el norte de la ciudad. Este lugar acogerá la primera Copa de Cabezales Quito que se realizará el sábado 25 de julio, desde las 08:00 hasta las 20:00.
Kevin Esparza, vino desde Ibarra para ganar en alguna de las modalidades. “Se ha hecho buenos papeles y esta no será la excepción”, dijo este experimentado conductor que ha participado antes en las competencias de Yahuarcocha (Imbabura).
Foto: María Isabel Valarezo / EL COMERCIO
La Copa de Quito no solamente premiará a los cuatro conductores que logren los mejores tiempos, también habrá pruebas de habilidad, destreza y velocidad. En el Bicentenario se ofertará comida típica para el público que acuda a ver este espectáculo. El costo de la entrada es de USD 5, según información difundida en el perfil de Facebook del evento.
Fabián Toapanta vive en Quito y se animó a participar por la adrenalina que implica competir en estos vehículos. Él se dirigía al parque Bicentenario junto con su esposa.
Diego Rengifo también irá por la copa. Su hija Carla lo acompañó durante el trayecto y le mandó un mensaje de fortaleza. “Espero que gane porque es el mejor”.
Las estrechas calles del Centro Histórico se transformaron cuando el convoy pasó. Turistas nacionales y extranjeros sacaron sus cámaras y dispararon los flashes. Los carros más llamativos eran los que tenían luces en su contorno. Parecía un desfile de carnaval nocturno.
Nelson Noboa, un adulto mayor, corrió para conocer más detalles. “Yo escuché mucha bulla, me dijeron que era una manifestación”, indicó. A él le alegra este tipo de competencias que rompen con la monotonía de la ciudad.