Redacción Ibarra
No hay datos sobre la cantidad de palma ceroxylon que queda en el país. Lo único que se sabe es que esta variedad que crece a 1 200 metros de altitud, en las estribaciones de la cordillera de los Andes, está seriamente amenazada.
La principal razón es la depredación de las hojas de la palma, por la alta demanda de los creyentes católicos, para la celebración del Domingo de Ramos.
Sin embargo, se impulsan programas para eliminar el uso de esta variedad. La semana pasada en Ibarra se presentó la campaña de concienciación para evitar la tala de los ramos.
Según Karen Terán, funcionaria de la Dirección de Gestión Ambiental de la Prefectura de Imbabura, el pedido está dirigido básicamente a la ciudadanía. La palma, la única de altura, vive cientos de años y cuando se seca, su tronco se llena de agujeros, que se convierten en refugio de los loritos ojiamarillos. Esta especie también está amenazada por la reducción de la palma, cuya planta es su refugio único.
El padre Jesús Rivera, representante de la Curia, considera que se pueden usar otras plantas. Sugirió a los fieles utilizar plantas de maíz o de totora, flores de los jardines o cualquier especie que haya en abundancia en su localidad.
En la Sierra Norte el tema demanda una especial atención, si se considera que los avistamientos de la mayor cantidad de loritos ojiamarilos o también denominados palmeros ocurren en Carchi, Imbabura y el noroccidente de Pichincha.
Aunque hay la prohibición de la tala, transporte y venta de la palma, el control era más informativo. Pero, desde el año anterior hay orden para decomisar las palmas que se intenten movilizar o comercializar.
A su vez, el Jardín Botánico de Quito realizará en su sede una misa campal, el domingo 28, a las 11:00. Allí se entregarán ramos de fibras alternativas y árboles para la bendición.