Las repetidas denuncias oficiales acerca de presuntas conspiraciones políticas, militares o indígenas se han vuelto tan recurrentes en estos tres años, que lo más probable es que el Gobierno esté apostando en un juego lleno de riesgos que, finalmente, podría afectar a su propia imagen e, incluso, a su estabilidad.
Es irónico que en este y otros casos el Régimen utilice los mecanismos y métodos que tanto critica de los medios de comunicación que no se alinean con sus políticas e ideología, los cuales, según el oficialismo, caen en la irresponsabilidad y el escándalo al difundir noticias no comprobadas ni verificadas.
Asimismo, resulta paradójico que el Jefe de Estado afirme que una de las “estrategias de la prensa corrupta” es insistir en determinado concepto para convencer a las audiencias porque, según él, “en la repetición está la demostración”, sin embargo de lo cual en sus cadenas sabatinas reitera, a veces hasta el cansancio, que existen planes de ciertos sectores internos y externos para desestabilizarlo. ¿Eso quisiera decir, en efecto, que en la repetición está la demostración?
Cuando un Primer Mandatario declara a su propia agencia de noticias y ratifica en sus cadenas semanales que estaría en marcha una conspiración con el supuesto objetivo de intentar derrocarlo, realmente hace una aseveración tan trascendente e impactante que su solo enunciado.
podría causar conmoción interna y derivar en una serie de sucesos no solamente de carácter político, sino económico y social.
Si las pruebas son tan contundentes como para afirmar algo tan grave, ¿por qué no se actúa inmediatamente, con la energía que se muestra en otros casos, en lugar de causar tanta desazón e incertidumbre?