La elección de un nuevo Papa es un proceso lleno de simbolismo, tradición y espiritualidad.
El cónclave en la Capilla Sixtina es la reunión solemne donde los cardenales electores, aislados del mundo, elegirán al sucesor de Francisco.
Este ritual, que data de siglos atrás, se realiza bajo un estricto ceremonial que no ha cambiado significativamente a lo largo del tiempo.
Cena y aislamiento en la Casa Santa Marta
Antes de que comience el cónclave, los cardenales electores del Vaticano se trasladan a la Casa Santa Marta, donde viven aislados.
La noche previa a la votación, los 133 cardenales, privados de toda comunicación con el exterior, comparten una cena simbólica.
Esta residencia, situada dentro del Estado Vaticano, fue también hogar del Papa Francisco.
Desde su llegada a Santa Marta, los cardenales viven bajo estrictas normas de aislamiento espiritual y físico, conforme al ceremonial.
Misa “Pro eligendo Papa” en San Pedro
El día de inicio del cónclave, el decano del Colegio Cardenalicio celebra la misa “Pro eligendo Papa”, una liturgia abierta al público en la majestuosa Basílica de San Pedro.
Esta misa marca el inicio oficial del proceso de elección papal, invocando la guía divina para que el Espíritu Santo ilumine a los cardenales en su decisión.
Procesión hacia la Capilla Sixtina
Por la tarde, los cardenales se dirigen en procesión hacia la Capilla Sixtina, entonando el himno Veni Creator Spiritus, una invocación clásica al Espíritu Santo.
La procesión simboliza el recogimiento espiritual necesario para este acto trascendental.
Al llegar, se realiza el juramento solemne de secreto, y el maestro de ceremonias pronuncia el “Extra omnes”, que significa que todos, excepto los electores, deben abandonar la sala.
Sistema de votación papal
Cada cardenal recibe tres papeletas en blanco. Escriben en ellas, de forma clara y reconocible, el nombre de su candidato.
Cada voto se deposita en un cáliz, tras un juramento personal: “Invoco a Cristo el Señor…”. Después del voto, se realiza el recuento siguiendo normas precisas. Los escrutadores leen en voz alta cada nombre y registran los resultados. Si el número de papeletas coincide con el de electores, se valida la votación.
Cuatro votaciones diarias y la regla de los dos tercios
Durante el cónclave, los cardenales realizan dos votaciones por la mañana y dos por la tarde.
Para elegir al Papa, se requiere una mayoría calificada: dos tercios de los votos. Esto significa que al menos 89 de los 133 cardenales deben coincidir en un mismo nombre.
Las votaciones se acompañan de oraciones litúrgicas diarias, como los laudes a las 9:00 y las vísperas al finalizar la jornada.
Fumata blanca o negra: el humo del Vaticano
Después de cada bloque de votaciones, las papeletas se queman en una estufa dentro de la Capilla Sixtina.
El humo que sale por la chimenea indica el resultado: la fumata negra significa que aún no hay Papa, mientras que la fumata blanca anuncia que un nuevo pontífice ha sido elegido.
Este humo es visible alrededor de las 12:00 y las 19:00 (hora de Roma). En Ecuador son siete horas menos. Es decir a las 05:00 y 12:00, pero puede salir antes si la elección ocurre en la primera votación de cada turno.
Campanas de San Pedro: señal de la elección papal
Cuando finalmente se alcanza el consenso, el humo blanco va acompañado del repique de las seis campanas de la Basílica de San Pedro.
Este momento histórico se convierte en la primera señal para los fieles de que el nuevo Papa ha sido elegido y se prepara para salir al balcón central.
La sala de las lágrimas: emoción del nuevo Papa
Antes de presentarse al mundo, el nuevo pontífice pasa por la llamada “sala de las lágrimas”, ubicada en la sacristía de la Capilla Sixtina.
Allí, encuentra túnicas papales de diferentes tallas, listas para ser usadas. Esta sala recibe su nombre porque es el lugar donde el Papa electo se enfrenta, en soledad, a la magnitud del cargo que ha recibido.