Las bodegas de víveres de Tulcán, como la de la gráfica, tenían a los colombianos como sus principales clientes antes de la pandemia.
Javier Montalvo/ para EL COMERCIO
Las ciudades de Tulcán, en Ecuador, e Ipiales, en Colombia, que mantenían una estrecha relación comercial sufren el impacto directo del cierre de la frontera entre los dos países. La restricción al paso de personas y vehículos dispuesto, en marzo del 2020, por los gobiernos ecuatoriano y colombiano, para frenar la expansión del covid-19, ha generado efectos positivos y negativos.
Entre los primeros para Ecuador está evitar la salida de dólares, provocada por los ecuatorianos que cruzaban a Colombia para realizar compras. Así explica Guillermo Herrera, prefecto del Carchi.
Según un estudio de la Cámara de Comercio de Ipiales, los fines de semana atravesaban el puente de Rumichaca un promedio de 16 000 vehículos, de placa ecuatoriana, al día. La mayoría iba para realizar turismo de compras, aprovechado el menor precio del peso colombiano frente al dólar.
De Colombia se traía ropa, calzado, aparatos tecnológicos e implementos de limpieza. Mientras que de Ecuador se llevaba arroz, azúcar, huevos y alimentos enlatados, explica Alexander Chamorro, presidente de la Cámara de Comercio de Tulcán. Comenta que ante la nueva realidad en las ciudades fronterizas hay negocios que están floreciendo y otros están estancados.
Un ejemplo de ello lo vive el comerciante Patricio Fueltala. Posee una bodega de víveres y una procesadora de embutidos en Tulcán. Asegura que el primer negocio está tambaleando porque el 70% de sus clientes provenían de Colombia. Pero, la procesadora tiene una creciente demanda. Cree que eso se debe a que ya no están entrando embutidos de contrabando desde Colombia.
Otro punto a favor de que se mantenga el cierre de la frontera es evitar que el número de personas contagiadas con el nuevo virus se dispare. Oscar Ruano, gobernador del Carchi, asegura que el riesgo epidemiológico en la frontera es de 7 a 1, ya que mientras en el departamento de Nariño, Colombia, hay un promedio de 18 000 casos positivos de coronavirus, en la provincia del Carchi bordean los 2 500.
Entre los efectos negativos está el contrabando de productos y la migración informal de personas. Ante la falta de trabajo formal varios ciudadanos de las dos naciones se han dedicado a llevar productos de un país al otro, atravesando trochas y ríos. El Gobernador de Carchi calcula que son aproximadamente 500 personas. Uno de ellos es Freddy M., que antes laboraba como ayudante en un autobús de una empresa de transporte interpovincial de pasajeros. Pero, fue despedido en mayo pasado, tres meses después de la declaratoria de la emergencia sanitaria.
Ante la necesidad de mantener a cuatro hijos y la falta de empleo se decidió a incursionar en el contrabando. Le recomendó un vecino. Como la mayoría de personas que se dedican a esta actividad prefiere que le llamen comerciante informal.
Gana USD 10 diarios transportando una docena de latas de atún y jabón para lavar vajillas, que en Ecuador son más baratos. Y desde Ipiales trae productos como café instantáneo y sábanas. Otras personas, que no tiene capital financiero, trabajan llevando artículos para otros comerciantes. Freddy M. asegura que es una labor peligrosa, porque se realiza especialmente en la noche y madrugada, para evitar los controles que realizan las Fuerzas Armadas, Policía Nacional y Vigilantes Aduaneros.
Algunas veces estos ciudadanos han perdido la mercadería al tratar de cruzar el río Carchi. Otros han sido arrastrados por las aguas.
Edison Ayala, comandante del Cuerpo de Bomberos de Tulcán, cuenta que desde que se cerró la frontera aumentó la movilidad de personas por los pasos fronterizos ilegales. En Carchi hay 38. El socorrista lamenta que entre marzo y septiembre han muerto tres ciudadanos al intentar cruzar el río, que crece cada vez que llueve. También han rescatado a 12. Algunos son personas dedicadas a llevar mercadería de manera informal y otros migrantes extranjeros que estaban de paso.
Durante un operativo de vigilancia que realizaban este miércoles 30 de septiembre del 2020, miembros del Ejército ecuatoriano descubrieron a un grupo de personas que intentaban cruzar de Ecuador a Colombia llevando sacos de yute en las espaldas. El hecho sucedió en el sector de El Brinco, en la frontera. Al ver a los militares, los ciudadanos abandonaron el cargamento y huyeron al lado colombiano. Al interior de los sacos había 12 canecas de cinco galones cada uno, cargados con diésel.
Edgar Maroto, comandante subrogante de Policía en Carchi, explica que la mayoría de personas que trasladan productos de manera informal por la frontera lo hacen en pequeñas cantidades. A eso le denominan contrabando de hormiga. Pero, se ha detectado que luego lo almacenan en otros sitios.
Cuando se trata de cantidades pequeñas, como dos envases de café, se considera una infracción. Pero, cuando la cantidad de mercadería sobrepasa el salario básico unificado (USD 400) se considera un delito.
El cierre de la frontera además ha sido aprovechado por bandas delictivas para movilizar productos ilegales, como drogas, explosivos, billetes falsos, entre otros. Maroto recuerda que el 8 de septiembre pasado se descubrió un cargamento de 3,8 toneladas de marihuana en Tucán que provenían de Colombia. “Son cantidades que antes no se han registrado en Carchi, asegura.
Entre lo positivo está las importaciones y exportaciones que se realizan por Rumichaca. Las actividades de comercio exterior no se han paralizado a pesar de la pandemia.
El sur de Colombia vive un panorama parecido al de Tulcán. Según el Diario del Sur, el comercio en Ipiales y Pasto que dependía del turista ecuatoriano ha caído totalmente, por la restricción del paso en la frontera. Hay almacenes que han cerrado, en especial los que no eran propietarios de los locales y pagaban arriendo. Al no contar con el flujo de compradores ecuatorianos ya no tienen muchos ingresos y no pueden cubrir sus costos.
La incertidumbre continuará, al menos, por seis meses más a partir de octubre del 2020, fecha hasta que durará el cierre fronterizo.