Vicenta Ochogocho (izq.) y María Castillo aprenden a fabricar carteras con una técnica japonesa denominada takakura. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO.
Las bufandas, bolsos, chaquetas, aretes y otras artesanías que fabrican 10 mujeres indígenas de la comunidad Chocabí, en Chimborazo, están casi listas para comercializarse. La materia prima para elaborar las prendas es la lana de llama y para la manufactura se utilizan técnicas extranjeras.
Chocabí está ubicada a 30 minutos del cantón Guano. Para llegar hay que recorrer una empinada vía de tercer orden. Las 34 familias de este sector se dedican a la agricultura y la ganadería, pero para mejorar sus ingresos las madres de familia aspiran convertirse en emprendedoras.
“En un inicio no sabíamos qué hacer con la lana que obteníamos de las llamas que nos entregó la Asociación de Llameros Inti Ñan. Intentamos hilarlas en guangos, pero no pudimos porque era muy áspera”, explica Beatriz Castillo, una de las beneficiarias.
En el 2004, seis familias del sector recibieron una pareja de llamas para criarlas en sus casas. El objetivo de la Asociación fue repoblar con estos animales el páramo de Chimborazo y aportar así a la conservación del medioambiente.
“Las patas de la llama no afectan a las esponjas hídricas como otros animales. Además, su convivencia es amistosa con el páramo. Su presencia es necesaria para la conservación”, cuenta Mireya Andrade, directora de Inti Ñan.
Cuatro años más tarde, las crías de los primeros ejemplares se repartieron a más familias y se integraron más socios. Ellos faenan a los machos que no son aptos para la reproducción y comercializan la carne.
Así surgió la idea de aprovechar la piel, la lana e incluso los huesos del animal para fabricar artesanías.
Todos los miércoles las mujeres que se organizaron para emprender el negocio se reúnen para capacitarse. Los talleres comienzan a las 08:00 en la casa de María Castillo, presidenta de la organización. “Todo el día nos dedicamos a tejer, porque nos dijeron que la práctica nos volverá maestras”, dice ella entre risas.
El proceso empieza con la limpieza de la lana. El lavado se hace con jabón líquido y en tinas para restregar. “Hay que sacar todas las impurezas y luego retirar una por una las fibras gruesas que pueden volver tosco al tejido, esto es lo más complicado”, cuenta Vicenta Ochogocho, otra integrante.
Las instructoras son voluntarias extranjeras de organizaciones no gubernamentales y de otras entidades. En mayo pasado, las emprendedoras aprendieron complejas técnicas de tejido que les enseñó una capacitadora italiana.
Ochogocho, por ejemplo, confeccionó gorros y bufandas utilizando la puntada ‘rose’, que hizo que las creaciones se vieran afelpadas y mullidas. Para lograrlo se debe entrecruzar los hilos y hacer nudos con los agujones. Ella espera vender sus prendas entre USD 15 y 18.
Asimismo, la japonesa Ando Futama les enseña a fabricar prendas de vestir, cartucheras y billeteras. Las puntadas gruesas y terminados sofisticados se hacen con palillos, botellas y cartones. “La técnica es sencilla, pero los resultados son hermosos. Así se fabrican las artesanías en mi país”, cuenta Futama. Además de las prendas de vestir, con la lana se elabora una especie de fieltro que se utiliza para fabricar otro tipo de artesanías como zapatos para niños y tapetes.
Igualmente, la osamenta del animal se utiliza para joyería. “Los huesos son tan duros, que se asemejan a la tagua, por eso nos animamos a esculpir figuras decorativas, aretes y collares”, explica Castillo.
Su hijo menor Anderson, de 16 años será el encargado de promover esta nueva línea. Él se prepara en un taller de formación para artesanos en Riobamba y luego capacitará a otros jóvenes y adultos de la comunidad.
Las indígenas esperan comercializar sus creaciones en el 2015 y los turistas extranjeros serán sus clientes potenciales. Antes de iniciar el negocio, ellas serán capacitadas durante otros cinco meses; la idea es dominar más técnicas de manualidades para diversificar su producción y ofrecer artesanías distintas a las que ya se exhiben en el mercado local. “Queremos vender productos de calidad. Nuestra meta es ofrecer manualidades únicas y creativas, así nos ganaremos la clientela”, afirma Castillo.
Hasta enero las emprendedoras buscarán los mercados para la venta. La feria de emprendimientos del Gobierno Provincial del Chimborazo será el primer espacio.