Carlos Vera Rodríguez
Ante la valiosa crítica de Carlos Larreátegui denominada “Objetivos Claros”, sobre mi carrera y la revocatoria del mandato, aclaro:
1. Fui periodista apasionado, no visceral y nunca de viserazo.
2. Las relaciones políticas, desgraciadamente, en Ecuador son de amor y odio. Si Carlos no constató eso en su colaboración con los gobiernos de Sixto y Mahuad, lo siento. No deben ser, es otra cosa. ¿Las vamos a racionalizar? ¡Por cierto!
3. Me equivoqué en apoyar la opción de Correa y la Asamblea de Montecristi. Verdad.
4. En el camino demostraré qué lecciones he aprendido de esos errores.
5. Coincido en que “los graves problemas del Ecuador no acabarán con la revocatoria del mandato y la elección de otro jefe de Estado”, pero el pescado se pudre por la cabeza; es lo primero a separar.
6. Discrepo en que “el problema de la Nación es la ausencia de instituciones”. Antes las tuvimos, pero ni su composición ni su vocación eran democráticas. No basta recomponerlas; se requiere equilibrio entre ellas y representatividad colectiva.
7. Cambiar un Mesías por otro no resuelve nada. Cierto. Lo he dicho y escrito públicamente. No soy eso ni me presento así.
8. Es interesante considerar la revocatoria del mandato solo para la Asamblea, pero yo le apuesto por la gente decente de este pueblo silente que empieza a despertar.
9. Será obligación explicar mi pensamiento como el Dr. Larreátegui demanda y “presentar una propuesta que vaya más allá del recambio caudillista”, pero no para una candidatura lejana e improbable, sino para instaurar una democracia antes de que se consolide esta desgracia.