En Río Chico, Salango, se levantó un muro con arena. Foto: Patricio Ramos
Los aguajes de mayo pasado dejaron secuelas en la infraestructura ubicada en el filo de las playas de los cantones Jama, Manta y Puerto López.
Los últimos oleajes afectaron a 350 kilómetros del perfil costanero en Manabí. Y aunque no se han registrado nuevos daños de magnitud, en sitios como La Resbalosa, en el suroeste y en Los Arenales de Crucita, el oleaje aún socava la tierrade las costas y pone en riesgovías y zonas turísticas. Pero los trabajos de prevención no se detienen.
En el sitio La Resbalosa, personal de la constructora Ciudad Rodrigo trabaja en 2,2 kilómetros de la Ruta del Sol. Ahí,los fuertes oleajes que llegaron a la playa aflojaron varios tramos de la base del suelo donde se asienta la carretera.
La Resbalosa es un sitio turístico donde hay 10 restaurantes de construcción mixta (paredes de caña guadúa con techos de zinc). Sus propietarias son esposas de pescadores artesanales que viven en la localidad.
María Cedeño trabaja como ayudante en uno de los negocios. Ella cuenta que los restaurantes están en peligro, pues las rocas que están en la playa no son suficientes para aplacar el constante golpe de las olas.
El trabajo de Ciudad Rodrigo, según uno de sus técnicos, se concentra en el reforzamiento de la vía que da hacia la playa. La obra tiene un costo de USD 1 766 336 y está en su fase final.
Para preservar esta vía fueron ubicados cerca de 30 000 metros cúbicos (m3) de piedra escollera a lo largo de sus 2,2 kilómetros.
Además, para compactar las rocas se colocaron 20 000 metros cúbicos de material de mejoramiento, conocido como lastre. También se trabajó en la ampliación de cinco alcantarillas.
En la playa Río Chico, de la parroquia Salango, cantón Puerto López, las huellas del aguaje del 1 y 2 de mayo pasados aún son visibles. En la hostería Piqueros Patas Azules, una ola asustó a más de 100 bañistas y a una veintena de empleados.
Alfonso Pinargote, propietario de la hostería calificó al suceso natural como un micro tsunami. “Fue impresionante. En cuestión de minutos se formó una ola, luego desapareció y regresó e ingresó al restaurante. Arrastraba troncos, palizada y a varios de los bañistas”. Aun así, dice que no hubo personas con lesiones graves.
Por estos eventos pasados, el perfil costanero de Río Chico quedó modificado. Para los futuros oleajes, Pinargote trabaja junto a sus empleados en el levantamiento de una barrera con sacos de arena, en 100 metros de longitud. También los colocaron cerca del restaurante y de los juegos infantiles.
Mercy Basurto, jefa política de Puerto López, señala que los aguajes continuarán porque son eventos normales. Sin embargo, afirmó que el Municipio ya envió maquinaria para devolver el cauce de ríos y esteros que desembocan hacia el mar en Las Tunas, Ayampe y Río Chico. “Hay que limpiar esas entradas que tiene el mar para que esa misma agua vuelva al océano”.
En Jama, en el norte de la provincia, los habitantes del enclave marino El Matal también se acostumbran a los sustos que provocan los aguajes. Ahí, el Cabildo local refuerza con piedra escollera la zona del malecón, para restar fuerza a las olas cuando sobrepasan el filo de la playa. Así lo señaló Ramón Chávez, del Municipio.
En un tramo de 2 kilómetros de playa, en El Matal, se han construido casas por pescadores artesanales que llegaron de otros lugares de la provincia junto a sus familias.
Según Chávez, muchos de ellos arribaron a la zona porque es un buen lugar para las labores de pesca. Pero muchos de ellos levantaron casas de caña y madera, pese a que ahí la marea sube con frecuencia.