Carlos Rabascall, de 59 años, posa antes del acto ‘Ecuador Debate’. Alfredo Borrero, en su domicilio en Quito, junto a su esposa, Lucía Pazmiño. Fotos: Enrique Pesantes y cortesía / EL COMERCIO
El candidato a la segunda magistratura de Unes, Carlos Rabascall, tiene 17 años de experiencia en los medios de comunicación. Mientras Alfredo Borrero, postulante de Creo-PSC, tiene una dilatada historia en hospitales y en la docencia médica.
Carlos Rabascall (UNES)
Los medios públicos lo ligaron al correísmo
Jorge González. Redactor (I)
Cuando Sixto Durán Ballén llegó a la Presidencia de la República, en 1992, Carlos Rabascall Salazar formó parte de su Gobierno por un año. Tras ese lapso, empezó en el 2004 a forjar una carrera en medios de comunicación privados y públicos. Estos últimos lo ligaron al correísmo.
Rabascall es un ingeniero comercial de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, emelecista, de 59 años y padre de tres hijos varones. De acuerdo con su biografía, comenzó en el periodismo en el año 2004, con el Grupo Caravana, en Guayaquil.
Rabascall rememora que hay dos nombres que incidieron para que ingresara a la radio y la televisión: Alfredo Adum Wated y Juan José Canessa. Pero también enfatiza que tras salir del colegio San José La Salle, en 1980, se inició en el mundo laboral con César Durán Ballén, hermano del expresidente de la República. De ahí el nexo para ser parte de la campaña y su Gobierno, con 32 años, en 1992.
En ese entonces trabajaba con César en Confianza Compañía Anónima de Seguros. “Me dio un año de licencia, y así trabajé entre 1992 y 1993 en la extinta Secretaría Nacional de Desarrollo Administrativo (Senda), fui el número 2 de esta Secretaría,”.
Mario Canessa, directivo del Grupo Caravana, cuenta que su tarea de periodista de opinión la cumplió con un alto grado de responsabilidad y demostró que estaba dispuesto a entender que la política en el medio es la neutralidad e independencia en la opinión.
Luego, se retiró del Grupo porque le hicieron una oferta en los medios públicos. Ahí se dio cuenta de su pensamiento político que no se había manifestado en Caravana. “Él se hizo un portavoz de la revolución ciudadana y entrevistaba a los principales actores y se notaba una inclinación”, aseguró Canessa.
Entre el 2004 y 2017 estuvo en diversos espacios de entrevistas y opinión. También en Cablevisión y TC. En 2014 llegó a Ecuador TV de la mano del entonces director, Marcelo del Pozo. Ahí trabajó hasta diciembre del 2017.
Renunció, dijo, por una “diferencia de criterios sobre la agenda de invitados”.
Esa actuación llamó la atención del exvicepresidente de Sixto Durán Ballén, Alberto Dahik. Recuerda que el paso de Rabascall en ese Gobierno, ligado a la derecha, fue muy reconocido por su pensamiento político.
“Si don Carlos sigue pensando similar a lo que pensaba en 1992, será un factor de moderación en ese grupo. Si ha cambiado de forma de pensar, es lamentable, pues defendía nuestras tesis con bastante pasión y admiración”.
Sin embargo, Rabascall dice que se ha asociado siempre a la doctrina social de la Iglesia, que no es exclusivo de las tendencias.
Alfredo Borrero (Creo-PSC)
El médico que congeló su raigambre política
Giovanni Astudillo y Jorge Imbaquingo (I)
Los Pingüinos fue un grupo musical que tuvo fama en Cuenca, a inicios de la década de 1960. Estaba integrado por ocho estudiantes del Pensionado San Francisco de Borja. Su vocalista era Alfredo Borrero.
Era un conjunto muy “artesanal” porque ninguno era músico, pero se destacaba la voz del aspirante vicepresidencial, recuerda el médico azuayo Diego Espinoza, quien compartió las aulas con Borrero desde la primaria, el colegio y la universidad, hasta una materia en el posgrado que hicieron en México.
La faceta musical finalizó cuando pasaron al colegio Rafael Borja. Con Estuardo Andrade y otros amigos organizaron a la gente del barrio cuencano de Perezpata. “Alfredo fue uno de los líderes porque su carácter amable y bromista”, dice Andrade, quien fue uno de los pocos de su curso que no siguió medicina.
Borrero y el resto recibió la influencia del profesor Ernesto Cañizares y optaron por esa profesión. En la Universidad de Cuenca estuvieron hasta el cuarto año, pero hubo una división entre los profesores de izquierda y de derecha. Estos últimos se fueron a la Católica cuencana y Borrero decidió seguirlos.
De una familia ligada a la política, su madre, Lucía Vega, fue el otro influjo que le hizo elegir la medicina. “Mi mamá hablaba quichua y atendía a los comuneros de Bolo (Azuay), y los curaba. Entonces me iba con ella, me ponía un carril y decía que esa era mi maleta de médico”, recuerda hoy Borrero, a sus 65 años.
Fue el primer médico de una familia de abogados y diplomáticos. “Antonio Borrero, mi bisabuelo, fue el primer presidente electo tras la muerte de García Moreno. Ramón Borrero, que era presidente del Corte Suprema, fue encargado del poder por esas épocas. En 1939, Manuel María Borrero, quien era titular de la Corte, fue encargado del poder. En mi casa se respiraba política”, dice Borrero, neurocirujano con estudios en Ecuador, México y EE.UU. y que ha manejado los hospitales Vozandes y Metropolitano, de Quito.
Borrero confiesa que tuvo miedo cuando Guillermo Lasso le propuso que fuera su binomio, luego de desarrollar juntos el fideicomiso Salvar VidasEC, porque se apartaba del camino que él mismo labró. Al político no lo había enterrado, solo lo había congelado.
Dice que al dirigir hospitales y al haber sido decano de Medicina de la UDLA, aprendió a discrepar. “Converso y, cuando no llego a acuerdos, vuelvo a insistir”. Cree que en la campaña ha tenido “adversarios, no enemigos”. Eso se sintió con una declaración en la que dijo que la homosexualidad es un “problema genético”. Tras el escarnio, ofreció disculpas. “Como médico -reconoció- sé que la homosexualidad no es una enfermedad”.