La fortaleza de la Internet y las redes sociales es la facilidad de sacar conclusiones numéricas de los contenidos. En un medio de comunicación, por ejemplo, se puede saber con exactitud cuántas personas vieron una noticia.
En Facebook y Twitter se conoce, en tiempo real, cómo están las interacciones de las temáticas. Una ilustración de ello es cómo ayer el debate generó al menos 20 hashtags. Obviamente, el propuesto por Radio Visión #RVDebateBarreraRodas estuvo en la cima y generó casi 14 000 tuits. Una cifra apreciable para el medio y su conductor, pero más para los candidatos por la atención generada en su entorno.
Otra fortaleza de la Internet y las redes sociales es su impacto y viralización y es ahí donde lo numérico pasa a segundo plano. Los contenidos se fortalecen, mutan… Los medios hacen seguimientos y los tuiteros hacen bromas.
La irreverencia tiene su espacio y se convierte incluso en hashtags más fuertes que las noticias y ese ya es un riesgo para los afectados.
Las redes sociales son un elemento seminuevo en la política, pero estratégico. Si el político no sabe administrar la crisis digital (en tiempo real), su táctica puede derrumbarse y con ella, la campaña.