En la calle Venezuela ya esta lista la plataforma que niveló la cale con la acera para más seguridad de los peatones. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO
En una cuadra de la García Moreno, entre Rocafuerte y Bolívar, en pleno Centro Histórico de Quito, hay seis bancas, unas circulares y otras rectangulares. La mañana del miércoles 26 de diciembre del 2018, todas estaban ocupadas.
En el denominado Paseo de las Siete Cruces (entre Mejía y Loja) no solo que hay sitio donde sentarse sino que también existen maceteros con plantas que cambian el paisaje en ese tramo de vía, que fue peatonalizado el año pasado.
Ese mobiliario fue colocado por el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP). El objetivo es continuar con las acciones adicionales para concretar el proyecto de volver más transitables esos tramos exclusivos para los peatones, según Angélica Arias, directora del IMP.
El mobiliario es de hormigón color blanco y, aunque cambian la cara de esa vía, no llaman mucho la atención. Esa es una de las características que buscó el Municipio para que no desentonara con las estructuras patrimoniales de la zona.
Ángel Ordóñez se moviliza por el Centro a diario. No vive ni tiene un negocio allí, pero cree que es importante que se cuente con ese nuevo mobiliario. Dice que se observa un paisaje distinto y que, entre caminata y caminata, se puede
sentar en una de las bancas a tomar un helado o un refresco.
En las noches también hay un cambio. A la iluminación de los postes, conventos y locales comerciales se suma la de esas bancas. Aunque no todas están listas, el miércoles pasado se observó cómo varias de ellas tienen un foco tipo LED ubicado en su base.
Arias señala que la intención es aportar con la iluminación y que esto genere una sensación de mayor seguridad para transitar durante las noches.
Este año, el Municipio terminará con la colocación del mobiliario en las calles García Moreno y Chile. En esta última vía ya se pueden observar bancas y macetas en la plazoleta frente a la iglesia de La Merced, en la intersección de la Chile con la Cuenca.
En el 2019, esta Alcaldía cerrará su período en lo que a peatonalización del Centro Histórico se refiere, con la ampliación a tres cuadras de la plataforma única (nivelación de la calzada a la altura de la acera) de la calle Venezuela.
Arias indica que esa ampliación se hará una cuadra hacia el norte, desde la Chile hasta la Mejía y dos hacia el sur, desde la Espejo hasta la Bolívar. Sin embargo, los horarios de apertura al tránsito vehicular se mantendrán. “La Venezuela no puede ser completamente peatonal hasta que funcione el Metro de Quito”, dice.
En el Centro hay ocho vías que tienen tramos exclusivos para el paso de peatones. De acuerdo con las cifras obtenidas por el IMP, por las calles peatonales, las plazas y las vías con plataforma única y restricción vehicular circulan diariamente 282 290 personas. Esa cifra, durante el fin de semana, se incrementa a 309 959.
Ese es uno de los principales resultados con los que el Municipio intenta demostrar la ventaja de la medida adoptada en el Centro Histórico.
Fabiola Escobar tiene un negocio de bebidas en la calle Sucre y García Moreno. El cambio de la vía, dice, atrae a más gente que circula por el sector. Ahora, a su local llegan más turistas, sobre todo del extranjero. “A la gente le gusta este paseo. Se quedan admirados. Pero lo que he notado es que lo que se redujo fue la visita de los turistas nacionales”.
En la García Moreno el único cambio no es el mobiliario público. Después de que se abrió el Paseo de las Siete Cruces, el Cabildo empezó con la creación de una normativa para permitir que los restaurantes que cumplen con parámetros de calidad puedan atender con mesas y parasoles en la acera de su frente.
A esta iniciativa se la denomina Terraza Turística y el Paseo de las Siete Cruces ya tiene la primera ubicada entre la García Moreno y la calle Sucre.
El primer restaurante que se sumó al proyecto se llama San Ignacio. Ricardo Sánchez, gerente de ese establecimiento, asegura que como propietario del negocio participó en la construcción de la normativa para la implementación de las terrazas y que, desde que la aplicó, ha tenido buenos resultados. “Invertimos USD 12 000 para el diseño, la construcción del muro y las mesas, parasoles y sillas que son de acero y madera especial. No se puede poner cualquier cosa para atender a los clientes”, explica Sánchez.
Los comentarios de sus clientes han sido buenos. “Ellos nos dicen que dentro de la terraza sientes que hay un lugar privilegiado para observar y se sienten exclusivos”.
Los domingos, Sánchez ha notado otro cambio. Él cuenta que alrededor de su negocio se ubican artistas y dibujantes. “El diseño que ambienta esta parte le da un aire distinto y han optado por ponerse alrededor”, señala.