Desde su helicóptero Tomahawk XL-035, conducido por el Mashi, Su Majestad sobrevolaba Libia a una prudente distancia.
Recordó aquella aventura aérea del 2010, cuando sobrevoló territorio hondureño y en un momento de inspiración pidió a los medios de comunicación a su servicio que pusieran esta frase célebre: “Honduras sería un buen lugar para morir”.
Claro que en Honduras no hubo misiles, tanques, aviones de combate, granadas, bombas tipo racimo, decenas de miles de muertos regados en el desierto.
El Mashi le hizo despertar de sus elucubraciones y preguntó a Su Majestad si quisiera acercarse a Trípoli, para posar la nave en la terraza de un edificio semidestruidos y saludar al invencible comandante Fadagi, precursor de la revolución del siglo XXI.
No, Mashi, dijo Su Majestad y añadió: “ Libia no es un buen lugar para morir, porque aquí sí veo que están muriendo en serio”.
Los medios oficiales inmediatamente apagaron los micrófonos y borraron esa parte de la declaración, no vaya a ser que a la voz estentéorea de Duglas Argolla se le ocurra poner esa heroica frase en el segmento La Libertad de Expresión ya de de todos (de todos los del Gobierno).
El Tomahawk XL-35 alzó el vuelo y volvió a Carondelet. Su Majestad tenía que arreglar el problema de los hospitales infantiles, estos sí un mal lugar para morir.