El Mercurio
Chile, GDA
Ya oscurece en Berlín, comienza a lloviznar, pero el artista plástico italiano Fulvio Pinna tiene poco tiempo y mucho trabajo por delante. Frente a un muro blanco, pinta un fino trazo rojo.
Mil escombros quedan del muro
Actualmente existen cerca de mil lugares con remanentes dispersos del muro de Berlín -considerando los 155 km que rodeaban todo Berlín Occidental-, pero hay que buscarlos bien, ya que por lo general desde 1990 ha primado el deseo de unir urbanísticamente la ciudad.
Existen decenas de otros sitios que se pueden rastrear con mapas -incluso con un servicio de GPS-; sin embargo, aún es posible hallar algunos sitios secretos, que no aparecen en las guías.
“Para mí, es una gran emoción volver al muro de Berlín casi 20 años después de que pinté por primera vez aquí mi obra. Me trae muchos recuerdos”, dice Pinna frente a los bosquejos de ‘Himno a la Felicidad’, uno de los 106 grafitis que forman parte de la East Side Gallery, un colorido segmento de 1 316 m del muro a orillas del río Spree, que alberga algunos de los íconos más representativos de la reunificación alemana.
Pinna fue invitado a restaurar su mural por el Municipio de Berlín, que quiere recuperar de la erosión y el vandalismo este tramo -el más largo que queda en pie de los 43 km que dividieron en dos la ciudad- antes del 9 de noviembre, cuando se cumplen 20 años de la caída del muro.
La intervención en la Mühlen Strasse no ha estado ajena de polémica: algunos de los 88 artistas convocados, como el ruso Dimitri Vrubel, quien pintó el famoso beso entre Leonid Brezhnev y Erich Honecker, plantearon sus dudas sobre rehacer los murales pintados originalmente en 1990, durante los últimos días de la RDA.
Pese a su innegable peso histórico, muchos alemanes consideran al Muro una cicatriz dolorosa que preferirían olvidar, y están en contra de preservarlo y de que sus restos se declaren como patrimonio cultural de la Unesco.
“No hemos conservado mucho el Muro. Los berlineses ya lo vimos durante 28 años, lo derribamos con nuestros martillos y muchos ya no queremos verlo más”, comenta Oliver, un guía turístico, explicando por qué solo 26 sitios están bajo protección histórica.
Actualmente existen cerca de mil lugares con remanentes dispersos del Muro de Berlín -considerando los 155 km que rodeaban todo Berlín Occidental-, pero hay que buscarlos bien, ya que por lo general desde 1990 ha primado el deseo de unir urbanísticamente la ciudad.
Para hacerse una idea de cómo era realmente el Muro, el mejor punto de partida es la Bernauer Strasse, un barrio típicamente residencial que el 14 de agosto de 1961 fue dividido en dos, dejando a vecinos y familiares separados por las barreras de concreto.
Gracias a un sacerdote local que resguardó el sitio de quienes querían derrumbar cualquier vestigio, aquí todavía quedan segmentos de la antigua franja fronteriza con su profundidad original, y están ubicados el Memorial del Muro, el Centro de Documentación y la Capilla de la Reconciliación.
Una serie de placas recuerdan la desesperación de los ciudadanos de la ex RDA que murieron intentando cruzar, tirándose por las ventanas de los edificios del lado oriental. Y ante el Memorial hay una zona reinstalada del Muro, en donde se puede apreciar desde una torre de vigilancia cómo era la Todesstreifen, la ‘franja de la muerte’, con sus vallas eléctricas, ‘erizos’ metálicos, reflectores y puestos de guardia. Tétrico.
Existen decenas de otros sitios que se pueden rastrear con mapas; sin embargo, aún es posible hallar algunos sitios secretos, que no aparecen en las guías.
“Ya no quedan pedazos tan bien conservados como éste”, cuenta Martin Beutler, periodista de la Deutsche Welle, al mostrar uno de los pocos segmentos de doble pared prácticamente intacto que quedan en la ciudad, “escondido” frente al edificio de la Bundespressekonferenz. Señalando una huella doble en el piso del recinto, que marca el antiguo trayecto del Muro, Beutler añade: “Esta cicatriz en el suelo nos recuerda a todos qué fue lo que pasó aquí”.