Así lucen los exteriores del expenal. Se reabrirá el CDP para deudores de pensiones. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO.
Casi cinco años después de la salida de 1 618 internos del ex Penal García Moreno, San Roque sigue deteriorado. Hay preocupación en este sector por el regreso del Centro de Detención Provisional (CDP).
Las ventas ambulantes alrededor del mercado, la presencia de indigentes, el expendio clandestino de licor artesanal y de drogas, la acumulación de basura y los robos son problemas permanentes de este barrio tradicional. Esto se identificó en un diagnóstico realizado por el Distrito de Policía Manuela Sáenz, que atiende al Centro Histórico de la capital.
Aunque San Roque no siempre tuvo esos problemas, sí fue desde sus inicios un barrio de la clase obrera, según el investigador histórico Héctor López Molina. Estaba en los extramuros de la ciudad en la época de la Colonia, al igual que San Sebastián y San Blas.
En esa época no era un espacio de comercio sino un paso comercial pues contaba con una vía de conexión con La Magdalena y Chillogallo. En la administración de Francisco Andrade Marín, a fines del siglo XIX e inicios del XX, se trasladó ahí lo que aún es el mercado de muebles. Luego se empezó a configurar el mercado de alimentos, al lado.
La presencia del expenal es una de las razones por las que San Roque se consideraba peligroso. En realidad, la ciudad creció y se extendió hacia ese centro que se construyó en el gobierno de García Moreno, en un sitio lejano de la urbe.
Desde hace 20 años, Aída Castro tiene un local comercial en la Rocafuerte y Pedro Pecador, frente al expenal. Desde que cerró este centro de rehabilitación “bajaron terriblemente las ventas porque ya no hay personas que llegan a visitar a los detenidos”, cuenta.
El flujo de visitantes no fue lo único que cambió. Una vez que los últimos reos fueron trasladados a Latacunga, el personal de la Policía Nacional que laboraba allí fue reubicado. “Llegaron personas que vendían droga y también muchos indigentes que robaban a la gente”, afirma la mujer.
Desde hace un año, cuenta Castro, hay una Unidad de Policía Comunitaria que ayudó a controlar este tipo de hechos delictivos y los moradores se sienten un poco más seguros.
“Aún es peligroso por las noches. Hay mucha basura y hay puntos que se transformaron en urinarios públicos”. Estos son otros de los problemas que se viven en ese antiguo barrio de la capital.
El viernes 21, a las 10:30, el olor a orina es fuerte en la subida por la calle Rocafuerte, cerca de la Bolívar. Hay una pared con marcas negras de donde sale el hedor.
Unos metros hacia el occidente, en la calzada y en las aceras hay envolturas de comida, fundas de basura y desperdicios. La basura, mayoritariamente, se produce en el mercado y locales aledaños.
Estos negocios siguen causando una aglomeración extrema de gente, según el jefe subrogante de Policía del distrito Manuela Sáenz, Patricio Pazmiño. En medio del tumulto, “los delincuentes hacen de las suyas”. Y agrega: hay dos unidades de Policía Comunitaria con 17 efectivos, dos motos y dos patrulleros. Allí todavía operan al menos dos bandas que se derivaron de la que lideraba María Luisa Endara, ‘Mama Lucha’. El barrio limita con otros como El Panecillo y La Colmena, también complejos.
En el anterior gobierno del expresidente Rafael Correa se tenía previsto construir un hotel de lujo y el Ministerio de la Vivienda ofreció activar un plan de rehabilitación integral.
Esta iniciativa quedó en un ofrecimiento y para el oficial Pazmiño, la comunidad está tensa por la reapertura del Centro de Detención Provisional (CDP). Para muchos, los inconvenientes de hace cuatro años pudieran volver.
Martha Endara vive en el sector 40 años, tiene un local y dice que en los últimos años los vecinos se han mudado porque cada vez hay más vendedores ambulantes de frutas, verduras y hortalizas. Pazmiño señala que la mayoría vive en hacinamiento en medio de casas convertidas en bodegas. A veces, en un mismo cuarto hay entre ocho y 10 personas.
A estos problemas se suma el consumo excesivo de alcohol. Se vende una botella de licor artesanal a USD 5. A esto se añade la mendicidad que genera violencia. Suele haber riñas que terminan con heridos por arma blanca. Este año, una persona murió por esa causa.
El Municipio ha trabajado con el objetivo de mejorar el entorno desde el 2016. Se instalaron 24 contenedores de basura, se reforzó el hidrolavado y se aumentó la frecuencia del paso de recolectores.