Café puro y un pan. Ese era el desayuno al que estaba acostumbrado Maximiliano. En su casa, en la cooperativa El Triángulo, de Monte Sinaí, en Guayaquil, no había para más. Con la pandemia, la situación empeoró. “En el confinamiento era difícil conseguir alimentos. Nos unimos y casa por casa dejábamos desayunos para los niños”, recuerda Xiomara Jara, lideresa de este barrio del noroeste de Guayaquil.
A su idea se sumó la Fundación Unidos Ecuador entregando avena, huevos, frutas y otros productos a casi 300 familias, para los desayunos. Mientras tanto su aliada, la Escuela Politécnica del Litoral (Espol), evalúa qué ocurre con la nutrición de menores de 5 años.
María Gabriela Cucalón, profesora e investigadora de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Espol, resume que de 100 infantes, el 40% tiene algún signo de riesgo de desnutrición. “Nos enfocamos en el riesgo porque no podemos esperar que el niño esté desnutrido. Eso implica múltiples problemas”.
Los riesgos se miden bajo varios parámetros: análisis de laboratorio que revelan deficiencia de micronutrientes o presencia de parásitos, mediciones antropométricas (peso y talla, según la edad), hasta condiciones de la vivienda.
En Monte Sinaí no hay acceso a agua segura. Los tanqueros recorren las calles de tierra y se estacionan frente a viejos y oxidados tanques en los portales. La Espol ha tomado muestras de esos reservorios para su análisis.
A la par avanzan con un recetario nutritivo que incluye pautas de manipulación de los alimentos y un balance de proteínas, carbohidratos, frutas, vegetales y lácteos. Trae recomendaciones para hacer desde tigrillos hasta encebollados.
“Tratamos de educar sobre nutrientes y romper algunos mitos -dice Cucalón-. Se cree que el huevo eleva el colesterol, pero en realidad tiene muchos beneficios”. Con el respaldo de Unidos, en El Triángulo abrieron un desayunador. Frente a una de las mesas, lo primero que hizo Jeeiph fue tomar una rebanada de pan. El niño de 3 años saboreó cada bocado sin dejar de mirar un frasco de avena.
Con esas hojuelas menuditas, su mamá prepara leche. Mercedes Oyague las remoja en agua toda la noche; por la mañana, las licúa con trocitos de guineo. Ella también asiste a un taller gratuito de panadería, que es organizado por la fundación. Ahora prepara pasteles. A Jeeiph le gustan los de zanahoria y remolacha.
Este 2022 el niño dejó la escuela pues sufría infecciones. Pero esperan que mejore con las recetas, los cuidados y el seguimiento. La Espol los evalúa cada tres meses y en un año esperan ver progresos.
Sembrando vida
En los campos de Simiatug, en Bolívar, crecen zanahorias, papas, brócolis, granos. Su riqueza agrícola inspiró el logotipo de Siembra Vida, campaña comunicativa hecha por estudiantes de la Universidad Espíritu Santo (UEES), con apoyo de Tonicorp y Pacto Global.
“Son productos que la comunidad conoce y con los que puedan armar un plato saludable”, dijo Leonardo Vizhñay, uno de los creadores de esta iniciativa que busca concientizar e informar las causas y consecuencias de la desnutrición crónica infantil.
Simiatug es una de las 728 parroquias con altos indicadores de desnutrición. Se ubica en Guaranda, cantón con un 39% de desnutrición crónica infantil -el promedio nacional es 27%-. Pero desde allí surge un cambio. Un grupo de lideresas fue capacitado en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2, Hambre Cero. El gobierno local, la academia y la empresa privada impulsan la productividad agrícola y ganadera.
Apostar por la prevención
Las cifras no dejan de impactar. La desnutrición crónica infantil afecta a uno de cada cuatro niños menores de 5 años y a uno de cada tres menores de 2 años. En septiembre de 2021, el Gobierno presentó un plan intersectorial. Erwin Ronquillo dirige la Secretaría Técnica Ecuador crece sin Desnutrición. Explica que, a corto plazo, la meta es captar tempranamente a embarazadas, niñas y niños de hasta 2 años para evitar el impacto de la desnutrición.
Ese es el objetivo del proyecto Infancia con Futuro, que ha reclutado a 1 200 brigadistas de varias universidades públicas para llegar a 330 000 hogares hasta noviembre. “Esta captación nos permite identificar casos y derivarlos hacia los ministerios de Salud, Inclusión Social, incluso al Registro Civil para que tengan su documentación”, dice Ronquillo.
La otra meta es el bono Infancia Futuro, con el que esperan llegar a 37 500 beneficiarios en 2022; por ahora, suman 25 000. Y hasta octubre se terminará de configurar el Consejo Consultivo contra la Desnutrición Crónica Infantil, que une a la academia y actores sociales.