Son tranquilizantes o se emplean para reducir la ansiedad. Pero las bandas delictivas comenzaron a usar estos fármacos con frecuencia para perpetrar asaltos o agresiones sexuales.
¿Cómo lo hacen? Mezclan los medicamentos con cualquier bebida alcohólica para que las víctimas consuman.
Información que manejan peritos de Criminalística, fiscales y médicos corroboran este fenómeno y advierten que el efecto inmediato es que las personas pierdan la voluntad y se muestren vulnerables.
Eso le ocurrió a un joven de 19 años hace 11 días. El 17 de mayo, después de ver un partido de fútbol, él y un amigo salieron a uno de los bares de la Amazonas (norte de Quito).
En la madrugada despertaron en el departamento, pero estaba vacío. Les robaron.
Solo recordaban que tres horas antes se unieron a un grupo desconocido de siete personas y les dieron cerveza.
Al siguiente día, uno de ellos acudió al consultorio del médico internista Pablo Herrera.
El galeno vio que el chico entró con dolor de cabeza, mareos, sed y con las pupilas dilatadas. Estas son las secuelas más usuales y tienden a desaparecer hasta en tres días.
Herrera tiene 35 años en la medicina y sabe que ahora es más frecuente ver estos casos.
Pero policías de Quito y el fiscal de Flagrancia de Guayaquil, William Aguilar, advierten que en muchos casos las víctimas no denuncian. En los registros oficiales se indica que el 3,47% de robos a personas en el país se comete con sustancias psicotrópicas.
Solo en Quito, 6 744 vecinos fueron asaltados el año pasado y hubo robos en 1 323 casas.
El caso que más alarmó y en el que se usaron estos fármacos fue el relacionado con las dos jóvenes argentinas asesinadas en Montañita, un balneario de Santa Elena.
El crimen ocurrió el 22 de febrero y el peritaje toxicológico que se conoció a inicios de este mes revela que Marina Menegazzo y María José Coni fueron drogadas con benzodiazepina, un tranquilizante.
Pero en el cuerpo además se hallaron restos de opio, que provoca adormecimiento.
“Eso explicaría el hecho de cómo ellas se trasladaron de un sitio de Montañita a otro tan apartado, cuando querían regresar a Argentina”, señala Hernán Ulloa, abogado de las familias de las chicas.
José Morales, médico toxicológico, explica que la benzodiazepina es una sustancia que puede ser administrada vía oral, en pastillas. “Es un relajante que al unirlo con un estimulante como alcohol provoca que la persona quede totalmente sedada porque ataca el sistema nervioso”.
Pero Segundo Romero, perito del laboratorio de Criminalística de Guayaquil, advierte que una sobredosis incluso puede provocar la muerte.
De acuerdo con información de la Fiscalía General del Estado (FGE), que consta en un Manual de Procedimientos en Química y Toxicología Forense, las benzodiazepinas son un grupo de fármacos que de acuerdo con su origen son consideradas drogas sintéticas.
A una persona que viajaba desde Pifo (afueras de Quito) también le dieron esta sustancia en jugo de naranja.
El médico que lo atendió dice que de manera inconsciente llegó a la capital y en la universidad rindió un examen pendiente. Luego se trasladó a Pujilí, en donde vivía su esposa, pero por los vómitos permanentes y el dolor de cabeza le regresaron a un hospital de Quito. Allí fue internado tres días. Luego recurrió a un doctor particular y a él le contó que no se acordaba siquiera de la prueba en la universidad.
En contexto
Segundo Romero, perito que trabaja en el laboratorio de Criminalística de Guayaquil, señala que la benzodianzepina y la escopolamina son iguales, porque pertenecen a un mismo grupo de sustancias psicotrópicas.