Rosario. DPA
‘Jugar el clásico en Rosario será hermoso. Y obvio que me gustaría hacer un gol”, se ilusiona el argentino Lionel Messi de cara al partido contra Brasil por las eliminatorias en su ciudad natal.
Messi dejó de pequeño la ciudad para mudarse a Barcelona, pero Rosario sigue siendo su lugar en el mundo, su regreso a casa. Mañana tendrá en sus manos el desafío de guiar al plantel dirigido por Diego Maradona a un triunfo en busca de la clasificación al Mundial de 2010.
“Me siento muy bien por ir a Rosario y sé que la gente va a responder porque espera hace mucho tiempo que vaya la selección y más en un partido contra Brasil”, expresó la ‘Pulga’, en una de las pocas declaraciones públicas que dio antes del superclásico.
La mudanza de la sede de las eliminatorias del clásico estadio Monumental de River Plate en Buenos Aires al Gigante de Arroyito de Rosario Central fue producto de una densa trama.
A las críticas abiertas de Maradona y los jugadores al mal estado del campo de juego en River se sumaron la voluntad de llevar a la selección a otros lugares del país y la búsqueda de un estadio más pequeño para que la temida hinchada argentina se haga sentir sobre el visitante, con un calor que se extrañó en los últimos partidos internacionales.
Otros señalan también la soterrada enemistad entre Maradona y el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Julio Grondona, quien cambió de estadio ante la presión.
Rosario, desde el punto de vista emotivo, es clave, además de ser el terruño de Messi, allí nació en 2001 la iglesia maradoniana.
En el cuarto puesto de la clasificación sudamericana, y a solo dos puntos del quinto, Ecuador, Argentina todavía no tiene asegurada el pasaporte al Mundial. Por eso, el cotejo con Brasil es decisivo en el camino a Sudáfrica.
Los rosarinos respondieron con pasión y fervor. Acamparon durante días frente al Gigante de Arroyito para obtener una entrada y la ciudad se vistió de celeste y blanco para recibir a su ídolo, Messi, y a la selección.
Sin embargo, los pocos boletos puestos a la venta generaron desconfianza. El fiscal de Rosario, Esteban Franicevich, se lanzó a investigar la ruta de las entradas porque de los 12 000 tiques para las plateas (más caras que las entradas populares) anunciados solo se ofrecieron 5 200. “Es un partido en Rosario pero parece que no es para los rosarinos”, dijo.
Grondona debió esmerarse para que la FIFA aprobara con rapidez el estadio de Rosario Central como sede de partidos de eliminatorias mundialistas y se llevaran a cabo las remodelaciones necesarias para dejarlo a punto.
El estadio se pintó, se remodelaron los vestuarios y se les agregaron jacuzzis, se armó una zona de precalentamiento bajo techo con césped sintético y se cortó la hierba del campo de juego bien al ras, tal como había pedido Diego Maradona para favorecer a sus delanteros de baja estatura.