La última vez que atajó en el país fue justamente en El Nacional, el 23 de octubre del 2005, en una derrota ante Deportivo Quito (2-1). Salió criticado. ¿Cuánto ha madurado futbolísticamente desde entonces en el exterior?
Mucho. En ese entonces tenía a un entrenador como Éver Hugo Almeida, para quien los arqueros nunca hacíamos nada bien. Ahora, todos saben lo poco o mucho que gané en el exterior.
¿Quién lo ayudó a crecer como profesional en su periplo por Europa?
Fue determinante Michel Produnt, ex arquero de la Selección belga, quien fue mi preparador de arqueros en el Standard Lieja. Al ver mis condiciones, él habló con el técnico para que yo pueda ser titular. Me transmitió todo lo que aprendió en su vida activa mientras estuve en el equipo.
Su paso por el club Standard Lieja fue su mejor momento deportivo…
Sí, porque cuando salí de Ecuador todo el mundo pensaba que iba a fracasar; pero la vida y mis intervenciones demostraron lo contrario. Conseguí un bicampeonato y fui figura, sentí lo que es ser ídolo para una hinchada.
Cuando se fue del país, ¿lo hizo con rencor por las críticas que recibió?
Para nada. Salí con ganas de triunfar y de demostrar a todos que, si uno se propone una meta, debe luchar por ella y cumplirla, por más complicado que sea. Lo hice por mí, más que por alguien.
Volver al fútbol ecuatoriano es una revancha…
Es una revancha con este mismo club, del que me fui sin poder entregar lo mejor de mí. En el 2005 estuve todo el año y apenas atajé dos partidos. Por eso, cuando se abrió la posibilidad de volver a El Nacional, acepté inmediatamente para afrontar el reto con mayor experiencia.
Se puede decir entonces que Standard Lieja le dejó una lección de vida…
Siempre tuve una actitud positiva, incluso en la adversidad. Eso me motivó e influyó en mis compañeros para cumplir nuestros objetivos. Esos campeonatos fueron lo mejor en mi vida. Siempre recordaré cuando me lancé a ese río helado (risas). Todos dijeron que estaba loco, porque estaba a menos siete grados, pero lo vivimos como una familia. Sentí lo un real compañerismo.
¿Quién fue su soporte en el país mientras estuvo afuera?
Mi madre, Bolivia Espinoza, con ella compartí todo por teléfono. Y mi esposa e hijas (no quiso dar sus nombres) vivieron siempre a mi lado y eso me dio fuerza.
No le gusta hablar de la Selección, pero, ¿cuál es su objetivo esta vez?
Triunfar con El Nacional y mantenerme como titular. Luego veré qué pueda pasar en mi carrera. Pero sí quisiera volver a Europa.