Bogotá, DPA
Anthony de Ávila no lo podía creer. Salió corriendo, se persignó y arrodilló con los brazos en alto para dar gracias a Dios. Segundos antes había marcado el primer gol del partido que a la postre fue el camino de la victoria por 3-1 de su equipo, América, frente a su histórico rival, el Deportivo Cali.
Para cualquier jugador pudo haber sido un gol más, pero lo que sintió “Pitufo” De Ávila el domingo tuvo que ser algo especial si se tiene en cuenta que acaba de retornar al fútbol a los 45 años y que celebraba en un clásico regional de esos que nadie quiere perder.
De Ávila se retiró de las canchas en 1999 tras ser ídolo del América en varias temporadas, pero en julio sorprendió con una noticia que al principio causó impacto, luego despertó críticas y después, el morbo de hinchas de otros equipos que esperaban verlo haciendo el ridículo.
El técnico más laureado en la historia del fútbol colombiano, Gabriel Ochoa, que lo hizo debutar en 1982, le pidió a su ex pupilo que recapacitara porque le dolería verlo en una situación difícil en medio de las burlas de la tribuna. “Sería una excepción a la regla que Anthony vuelva a los 45 años, y si lo hace es porque es un súperdotado, sin tener la condición atlética que tuvo hace 20 años. Creo que sólo está en condiciones de jugar ‘picaditos’ (juegos de recreación) con sus compañeros de la misma edad”, sentenció Ochoa, retirado hace años.
Algunos periodistas y aficionados creyeron que el regreso del “Pitufo”, apodado así por su corta estatura de 1,63 metros, obedecía más a una estrategia comercial del América, que sufre graves problemas financieros y comenzó el actual Torneo Finalización con una escasa presencia de público en su estadio.
El regreso del recordado delantero fue anunciado con bombos y platillos para el 2 de julio en el partido por la cuarta fecha del campeonato ante el modesto Deportivo Pasto. Ese día se reafirmó la tesis de quienes pensaban que el objetivo era publicitario, pues el estadio casi se llena para un juego que no despertaba entusiasmo. Sin embargo, “Pipa”, como también le llaman al número siete del equipo rojo, comenzó a taparle la boca a sus críticos el 30 de agosto, cuando anotó su primer gol tras el regreso en el empate 1-1 ante el Santa Fe de Bogotá.
Y el retorno no pudo ser más satisfactorio este domingo. De Ávila entró como titular con un compañero de 18 años en la línea de ataque, Roger Torres, a quien rápidamente opacó con una espectacular actuación. No en vano fue considerado el mejor del partido. Además, siempre llevó peligro al arco del Cali y participó en el tercer gol con un potente disparo que soltó el arquero.
“Los clásicos se tienen que ganar a como dé lugar, como sea, así no se juegue bonito. Gracias a Dios marqué un gol que le dio ánimo al equipo y pudimos buscar con más ímpetu el triunfo frente al rival de patio”, dijo el jugador, que no sabe hasta cuándo tendrá aliento y que apenas tiene un salario mensual equivalente a 746 dólares.
Tras meditar bien en lo que está logrando, “Pitufo” o “Pipa” piensa que puede ser visto como un ejemplo para los jóvenes, algunos de los cuales dejan subir su ego a las nubes al escuchar algún comentario positivo de periodistas o hinchas.
De Ávila ya logró un récord con su regreso y dice que le gustaría retroceder en el tiempo para volver a jugar las cinco finales de Copa Libertadores que disputó y que nunca pudo ganar. América, con De Ávila como atacante, perdió las finales de 1985, 1986, 1987 y 1996. Con el Barcelona de Ecuador no pudo saborear el triunfo en 1998.
El atacante también jugó en el club argentino Unión de Santa Fe y en el MetroStars de Estados Unidos, y colgó los botines en 1999 cuando jugaba en Barcelona. Ahora se dice que lo que inició entonces fue una pausa que se acaba de romper. ¿Hasta cuánto le aguantará el físico al hombre que completa 203 goles con el América? No se sabe.
Poco después de anunciar su regreso, De Ávila dijo que desconocía si jugaría sólo un partido o si culminaría el resto de temporada. Pero hoy es ídolo otra vez y en sus oídos debe estar retumbando ese coro que lo despidió el domingo del estadio Pascual Guerrero: “¡Oe, oe, oe, oeeee, ‘Pipa, Pipa!'”.