Hasta octubre se perdieron 1 920 vidas en accidentes de tránsito. Son cerca de 100 casos más respecto del mismo período del año pasado.
La Agencia Nacional de Tránsito (ANT) lleva el registro de estas frías cifras, pero no ha ido más allá para detener estas dolorosas tragedias. Es decir, ¿dónde están las grandes campañas o proyectos para educar a los conductores y peatones y convertirnos a los ecuatorianos en seres más prudentes y responsables cuando manejamos o caminamos por las calles?
No solo es tarea de la ANT, pero es la entidad indicada para liderar ese proceso. No es suficiente dedicar cinco días a la seguridad vial, como fue la semana pasada, a propósito de que el 16 de noviembre se celebró el Día Mundial de las Víctimas de Accidentes de Tránsito. Las muertes ocurren diariamente.
En los dos últimos meses sus esfuerzos se han centrado en la difusión de una campaña mediática en contra del Alcalde de Guayaquil por la bronca que mantienen él y el presidente Rafael Correa, a raíz del subsidio a los transportistas y los pasajes del transporte urbano. Esa bronca es política y el papel de la ANT debiera ser estrictamente técnico.
En esa misma línea se dedica a destacar la cantidad de municipios que ya han asumido las competencias de tránsito, que por cierto no son las mismas para todos los municipios. Las tareas más complejas están en manos de siete municipios, considerados grandes, como Quito, Guayaquil, Cuenca, Ibarra, Manta, Ambato y Loja.
Más que el número interesa conocer cómo les va a esos ayuntamientos en el manejo de esa responsabilidad, nada fácil. Pero de eso no sabemos nada. No conocemos si el control del tránsito en las calles mejoró, si la movilidad es mucho mejor o no para sus habitantes, si se han reducido o no los accidentes de tránsito y lo más importante qué se está haciendo para tener menos víctimas en las vías.
Entonces, ¿cuándo la ANT tomará al toro por los cuernos para frenar los accidentes?