Luis Verdesoto, Fidel Márquez y Andrés Seminario. Fotos: Archivo EL COMERCIO
Las repercusiones del debate económico entre Rafael Correa, Alberto Dahik, Ramiro González y Mauricio Pozo, y los ministros de los equipos económicos del Gobierno, Patricio Rivera y Fausto Herrera continuaron ayer.
Tres analistas consultados por este Diario dieron su punto de vista. Luis Verdesoto se refirió al tema político; Fidel Márquez, a lo económico, y Andrés Seminario tocó el tratamiento mediático.
El debate desde su organización favoreció al Presidente, quien tuvo más tiempo de participación que los demás panelistas y su equipo económico juntos (ver infografía).
Los tres analistas coincidieron en que no hubo propuestas para encontrar un camino que saque al país de la crisis, sino que se enfocó en la ideología.
Se llenó un vacío en el sistema político
Luis Verdesoto. Doctor en Estudios Políticos (París) y analista
El debate dejó varias lecciones. La primera fue que existen espacios para la recuperación de la democracia y el intercambio de las diversas opiniones, incluso cuando la cancha está inclinada, las reglas son transgredidas y quien conduce el debate puede ser profeta intencionado.
Pese a que puede decirse que fue un mal debate, llegó a llenar un vacío en el sistema político ecuatoriano. Nos dejó un mensaje claro: el rey estaba desnudo y no se había dado cuenta. Los panelistas invitados ayudaron a mostrar que estaba en esta condición y que insistir en la misma estrategia no le conduce a ningún lado.
El que no escuche o no asuma es una característica que no podía modificarse ni siquiera de cara a la crisis, pero hubo un notable avance: pudieron encontrarse elementos para la convergencia.
En los economistas de oposición hubo un acuerdo en el que se vio reflejado el pueblo. El Régimen debe estar procesando eso y quizá entendiéndolo.
Más posturas ideológicas que soluciones económicas
Fidel Márquez. Economista cubano y Rector de la Universidad Ecotec (Guayaquil)
Más allá de soluciones específicas para el panorama económico del país, el debate volvió a marcar las dos tendencias y los dos modelos económicos. Se trató más de un debate ideológico del Presidente en el que planteó su postura. No aceptó que se equivocaron frente al gasto público. Pero dio una buena noticia: tiene recursos para pagar la deuda de fin de año y eso alivia la tensión para que pueda venir inversión.
Faltaron conclusiones. No se habló, por ejemplo, de cuándo eliminar las salvaguardias, los acuerdos comerciales con EE.UU. y Europa, que eran cosas que se pudieron discutir. Se plantearon algunas conclusiones, como la necesidad de tener liquidez para contingencias, que no es un fondo de reserva para pagar deudas, sino para esas eventualidades. Se dejó sentado que no hay que hablar tanto de restringir importaciones, sino de promover las exportaciones. Pero no hubo suficiente tiempo para que los panelistas propusieran y el Presidente habló más.
La estrategia de asociar ‘crisis y el pasado’ no funcionó
Andrés Seminario. Analista en temas de comunicación e imagen electoral
La intención fue dar el mensaje de que la crisis está en el pasado. Se escogieron a tres personajes que refuerzan esta idea de que ese pasado es malo y que el presente es bueno. Uno de ellos, Ramiro González, representa una separación del actual Gobierno y que busca una posición electoral. Si pensaba construir una campaña sobre lo nuevo o el cambio, lo que hizo el Presidente fue dejar en claro que él también es parte del pasado. Además, Correa habló con un fondo de un librero. En los pantallazos quedó claro que se quería connotar que era la figura de alguien que sabía. En las respuestas incorporó a los estudiantes que estaban en la audiencia haciendo un llamado a la reflexión. Por ende, el mensaje fue: nadie cuestiona la tesis de un profesor.
Detrás de los panelistas se mostraba, principalmente, un vacío celeste. La imagen del Presidente se fortaleció, volvió a polarizar la opinión entre quienes están de acuerdo con él y quienes no son parte del pasado.