La Cumbre de las Américas confirmó que al castrismo le ha dado por experimentar una metamorfosis. Un giro que décadas atrás ya emprendieron China y Vietnam.
La metamorfosis del ‘socialismo real’ a la cubana, que es un proceso impredecible, con seguridad ha sumido en la confusión a sus seguidores de las izquierdas, en especial de fuera de la isla.
¿Por qué? Porque con el encuentro en Panamá entre el líder cubano, Raúl Castro, y el presidente estadounidense, Barack Obama, se empieza a desactivar una serie de ‘mitos y enemigos’ (imaginarios y reales) forjados alrededor del ‘comunismo tropical’ que se intentó construir en Cuba.
Al estrechar la mano del primer Jefe de Estado afroamericano de EE.UU., el hermano menor del viejo comandante Fidel Castro dio muestra de que parece dispuesto a echar abajo algunas de las tesis en las cuales se asentaba su estéril modelo. Un sistema que ha sido y es admirado en países de la región y fuera de ella y que funcionó como un faro guía para las izquierdas. Y no solo eso: incluso ha utilizado a Venezuela como el banco de pruebas para dejar en claro que las segundas partes de los experimentos sociales y políticos fallidos son más devastadoras. La tragedia y la farsa de las cuales hablaba Karl Marx.
La más importante idea fija que acaba de irse por el caño se refiere a usar a Estados Unidos como la excusa de lo que está mal en Latinoamérica. La ha utilizado, por ejemplo, el cada vez más débil Nicolás Maduro para justificar su inoperancia en Venezuela.
El deshielo Cuba-EE.UU., igualmente, archiva la tesis que etiquetaba al imperialismo gringo como “el enemigo ideológico e histórico”. Un indicador de eso se descubre en una encuesta realizada en la isla, que dice que Obama es más popular que los octogenarios Fidel y Raúl Castro. El sondeo también señala que el 79% de los cubanos rechaza el sistema económico que impera en su país.
El viraje del castrismo deja huérfanos, que así pierden su faro guía. ¿Se repensarán?