Esto ocurrió en Tena. Un hombre llega a una farmacia a buscar un medicamento para la tos. Allí le recetan una medicina. Él arriba su casa con el fármaco y administra una tableta completa a un niño de tres meses.
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Es el número que atiende las emergencias, 24 horas.Nunca aclaró que el químico era para un infante. A los pocos minutos el pequeño comienza a llorar. No puede respirar y entra en coma. Enseguida presenta tres paros respiratorios. La suerte es incierta.
De pronto, suena el teléfono del Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico (Ciatox) y se enteran de este problema. Deciden trasladar al pequeño a Quito, pero dudan que pueda sobrevivir. Hacen el intento, aunque hay el riesgo de que el pequeño tenga un grave daño cerebral por la falta de oxígeno. Para mantenerlo vivo, mientras llega la ayuda, se necesita un respirador artificial, pero no cuentan con uno a la mano.
Así que, durante toda la noche, un médico decide hacerlo manualmente por varias horas. Al final, sobrevivió, pero otros pequeños no lo hacen.
El 20% de intoxicaciones en el país se produce por errores de automedicación a nivel general. Y en el caso de los niños, el 80% de casos son accidentes. Los padres primero deben tener en cuenta que ninguna sustancia es inocua.
Consuelo Meneses, coordinadora de Ciatox, precisa que los problemas se centran en niños de entre 2 y 5 años. Generalmente los adultos colocan ciertas sustancias a su alcance. Y ellos, atraídos por los colores, los olores y los envases de los químicos deciden probarlos.
Una primera recomendación es colocar los productos en lugares seguros y por ningún motivo envasar los químicos en recipientes de comida, pues los pequeños pueden asociarlos con alimentos. El accidente incluso pudo ser con una adulto, pero un caso de estos pasó con un pequeño en Esmeraldas.
Su madre acostumbraba a administrar vitaminas a su hijo. Cuando terminó el producto decidió colocar formol en este envase. Luego de un tiempo retomó el programa de vitaminas, pero confundió los recipientes. La mujer no se dio cuenta de que su hija de 2 años se resistía a ingerir el producto y que hacía gestos. Le obligó.
Lo correcto en este caso era verificar por qué la pequeña rechazaba el producto. En menos de 24 horas murió. Su tracto digestivo se quemó. Quiso vomitar, pero aspiró la sustancia a los pulmones. Una recomendación es oler y probar lo que va a dar a su hijo antes de que lo ingiera para evitar accidentes.
Este es uno de los casos en los que no es recomendable provocar vómito, porque al retornar el químico puede producir más quemaduras. Los remedios caseros como leche o la clara de huevo tampoco funcionan. En algunos casos pueden facilitar la absorción del veneno.
Por eso, lo primero es determinar la sustancia ingerida y pedir auxilio a un centro especializado. Sin embargo, nunca debe dar de tomar algo a una persona que está inconsciente. Lo ideal es tranquilizar a la víctima y dejarla sentada.
Lo mejor es la prevención, pues existen ciertos químicos que son letales, por ejemplo aquellos que se utilizan para matar a las ratas y ratones.
Estos actúan a nivel neurológico y producen hemorragias. Meneses precisa que a menudo se han registrado accidentes con estas sustancias porque los adultos deciden poner el veneno en alimentos como queso, salchichas o pan. A los niños no solo les atraen las golosinas sino también el color llamativo de unas perlas lila. Entonces, lo come y se envenena.
A veces, es difícil que un niño cuente si consumió algún veneno. Hay signos y síntomas que pueden ayudarle a sospechar, como un cambio súbito de salud a enfermedad, pérdida del conocimiento, náusea, vómito, irritabilidad, trastornos gastrointestinales. También puede guiarse por indicios como pastillas derramadas, olor diferente en la ropa, prendas manchadas…
Además, existen productos como el diablillo (fósforo blanco) que puede producir un vómito inicial. Después, los síntomas desaparecen por 24 ó 48 horas. Esto hace que la persona se confíe. Piensa que está curado pero no es así. Luego se afecta el corazón, el hígado, se queman tejidos, membranas y llega la muerte.
Los niños son los más vulnerables, debido a que tienen una menor cantidad de superficie corporal y el veneno actúa más rápidamente. Por eso, hay que tener mucho cuidado con todo tipo de elementos químicos, desde medicamentos, implementos de limpieza, plaguicidas hasta productos para los vehículos.
Ningún químico es inofensivo. Incluso un descuido como dejar los anticonceptivos en el velador o poner medicamentos para la hipertensión al alcance de sus hijos pueden traer consecuencias.