Una de las críticas que tiene la información de farándula es que cruza, frecuentemente, la línea entre lo público y lo privado.
Para mí, lo fundamental en cualquier rama del periodismo es manejarlo con seriedad, responsabilidad y profesionalismo. Lastimosamente, en el país, al periodismo de farándula no se lo toma en serio, comenzando por los propios periodistas, los medios y la gente involucrada. Además, hay una idea errónea de que cualquiera es, y puede ser, periodista de espectáculos. En las universidades me topo con gente que dice que está de moda hacer este periodismo, porque se requiere de menos esfuerzos y que es un área ‘light’.
Pero, esa forma ‘light’ es la que se está manejando.
A la hora de ir a cubrir un hecho hay que estar preparado. Pero en este caso se cree que para ser periodista de espectáculos no hay que hacerlo y que se puede preguntar cualquier cosa.
¿Por esta razón se da esa incursión en lo privado?
Los periodistas de farándula manejamos una línea que no hay en otras áreas del periodismo: que a veces nos metemos en la vida privada de las personas. No solo cubrimos que un artista saca un disco o que se presenta en un programa, también entramos en lo privado: que se está divorciando, que pelea con la novia, que no paga las pensiones de sus hijos, que tiene problemas con sus vecinos.
Esa es la información que tiene reparos.
En el caso mío, no voy a negar que también meto las narices en la vida privada de las personas, pero lo hago con mucho profesionalismo. Eso es importante. Y hay que tener límites.
¿Qué límites?
Primero, principios y valores que se tienen. Hay cosas que respeto mucho: muertes, enfermedades o preferencias sexuales. Yo puedo decir alguna cosa, pero eso no me lleva a denigrar, a ofender o a faltar el respeto. Ni tampoco, por tener una primicia, que me lleve a decir cualquier cosa sin confirmación ni investigación ni confrontación.
En Perú, hay la periodista Magaly Medina, la ‘Urraca’, que en su programa de televisión y en su revista publica infidelidades, sin pensar en las secuelas familiares. ¿Vamos camino a eso?
Afortunadamente, acá eso no se maneja mucho. Cuando están de por medio niños, el periodista de espectáculos debe ponerse en los zapatos de la persona de quien se habla. Pero mucha gente no lo hace, no se pone límites, no mide y no piensa en las consecuencias. Siempre he dicho que, cualquier rato, puede ocurrir un crimen o una desgracia porque no se puede saber cómo reaccionará una persona de quien se dijo tuvo una infidelidad. Aquí, influye mucho la formación y la preparación.
¿Y el respeto al oficio?
Hay que hacerlo. A veces he escuchado en la calle que me dicen “Ahí va la chismosa” o tengo amigos de la universidad que han dicho “Qué pena que Íngrid se haya dedicado a eso”. No me siento ofendida. Amo lo que hago, porque siempre he tratado de hacer lo mejor, respetando a los demás y a mí mismo. Porque mi credibilidad es importante.
Pero la forma como plantea el periodismo de farándula no es una constante. ¿Por qué ocurre eso?
Lo que pasa es que uno se gana el respeto. Lastimosamente, veo compañeros, especialmente los de esta nueva generación, que ahora van a los estadios, a los conciertos o a cualquier lugar donde haya un espectáculo y preguntan cualquier tontería. Por ello, de alguna manera, entiendo que el entrevistado, a veces, le conteste mal.
¿Eso es lo que interesa?
Lastimosamente, el escándalo, el bochinche, el relajo o la modelo que muestra más las piernas o los pechos es mejor. Si un artista lanza un disco o hace una telenovela no tiene mucha difusión, pero eso no ocurre si esa misma persona se está divorciando o tiene problemas.
Un argumento para proponer la nueva ley de Comunicación y un Consejo de Comunicación es que los periodistas no respetan la vida privada. ¿Hay razón para hacerlo?
He escuchado a actores y a deportistas que han dicho que con la nueva ley se pondrá un alto a estos periodistas. Pero, repito, en periodismo de farándula hay que ser responsable de lo que se dice y de lo que se escribe. Y asumir las consecuencias ya que, si no se hace un buen trabajo, se puede ser sancionado. La libertad de expresión será siempre la libertad de expresión y debemos manejarla con respeto y también con responsabilidad.
¿Y qué hacer para ello?
Es responsabilidad de todos: medios, editores, periodistas. Pero, a veces, los mismos medios no valoran al periodismo de espectáculos y hay la idea que todo el mundo puede hacerlo. Eso no es así. Es una profesión que hay que hacerla valer y respetar.