Redacción Quito
Manuel Analuisa circula a diario por el puente peatonal de la calle De las Avellanas y 10 de Agosto, en el norte de Quito. La calzada de la avenida tiene ocho carriles y la dificultad para cruzar lo obliga. Sin embargo, no es segura porque hay cables cercanos a los peatones, pese a que las especificaciones técnicas dicen que no debe haber ostáculos en los pasos a desnivel para los transeúntes.
Las cifras de la Empresa Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (Emmop) revelan que en Quito existen 98 puentes peatonales. De ellos, solo cinco de los 98 pasos elevados tiene rampas que permitan el acceso a personas con discapacidad o de la tercera edad. Efrén Bonilla, de la Emmop, asegura que los pasos con rampa son aproximadamente un 25% más caros que los con gradas. “Hay que tomar en cuenta el espacio necesario para el desarrollo de la rampa, que no siempre existe en los lugares requeridos. Las aceras en la ciudad son angostas”.
Pese a que el puente que está en el cruce de la av. 10 de Agosto y Alfonso Yépez es nuevo, los pasamanos no cumplen con las especificaciones técnicas de tener entre 0,90 y 1 metros de altura. Sin embargo, Wendy E., de 13 años, alumna del Colegio Técnico Aeronáutico, está contenta porque ya no se arriesga al cruzar los ocho carriles de la avenida, en esse sector.
Sin embargo, las personas con discapacidad y de la tercera edad son las más perjudicadas ya que no hay suficientes pasos con rampas. Según el censo de 2001, en Quito hay 63 375 personas con discapacidad. De ellas, 17 696 tienen problemas de vista y 12 945, dificultades físicas.