Redacción Sociedad
Tres de cada 10 pacientes que ingresan al laboratorio clínico Imagenisco, ubicado en las avs. 6 de Diciembre y Colón, en el norte de Quito, cubren sus gastos a través de seguros privados de salud.
Patricio Canelos, quien gerencia este centro asistencial, señala que entre los principales beneficios de la cobertura médica están: no madrugar para tomar un turno y que al presentarse una urgencia médica los gastos pagan las empresas aseguradoras y no directamente el paciente.
“Esto es importante, porque da la posibilidad de tener un tratamiento adecuado de primera mano y sin necesidad de hacer un gasto específico en ese momento”.
Hace dos años, Juan Aguilera contrató un seguro de salud para sus hijos y esposa. A fines del mes pasado, ella se quebró la pierna izquierda y requirió exámenes de rayos X. “Recuerdo que en ese momento no tenía dinero en efectivo, pero el hecho de tener este servicio me facilitó para que los doctores la atendieran”, indica.
Las aseguradoras privadas de salud están inscritas en la Superintendencia de Compañías. Un informe de este organismo al que accedió EL COMERCIO revela que en el país existen 23 empresas de este tipo. Allí aparecen, por ejemplo, Ecuasanitas, Saludsa, Alfamedical, Masecuador, Pan American Life, Abefarm…
La página oficial de Aseguradora del Sur recoge una publicación y allí dice que en 2008 las compañías facturaron USD 883 millones. Es decir, USD 205 millones más que 2007. El Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT) aportó con USD 65,1 millones en primas.
El presidente de la Asociación de Compañías de Seguros del Ecuador (Acose), Rodrigo Cevallos, explica que los ciudadanos optan más por esta cobertura, porque en el Seguro Social “hay muchos problemas y no pueden siquiera acceder a un turno”.
Pese a ello, la denominada Encuesta Demográfica y de Salud Materna Infantil (Endemain) señala que los seguros privados cubren apenas al 2% de la población nacional. Esto significa unos 260 000 beneficiarios de 13 millones de habitantes.
Por ello –añade- que el problema de aseguramiento es complicado, más aún cuando el 85% de la población no tiene ningún tipo de seguro de salud. Otro estudio denominado La salud de Quito, elaborado por el proyecto Salud de Altura, revela que apenas el 1,24% de la población tiene dos seguros: privado e IESS.
El viernes 12 de junio, la esposa de Aguilera acudió a Imagenisco para retirar los exámenes finales. Junto a ella también estuvo Manolo Padilla. El quiteño de 30 años está afiliado al Seguro Social siete años, pero reconoce que jamás ha ocupado estos servicios. “No me gusta, porque debemos madrugar y nos tratan mal”.
La empresa donde labora le cubre con un seguro privado y ya lo ha utilizado dos veces. Canelos también es gerente de la Clínica San Francisco. El 80% de pacientes que llegan a este centro tiene seguro privado. Igual sucede con el hospital Inglés, también privado.
Erika Polo, encargada de los seguros, manifiesta que allí trabajan con empresas como Atlas y Bolívar. “Lo bueno es que ellos nos pagan mensualmente”. Sin embargo, no detalla cuánto recauda por los servicios prestados.
Con la aprobación de la actual Constitución, se estableció el denominado Sistema Nacional de Salud (SNS). Estará liderado por el Ministerio de Salud e integrado por los servicios hospitalarios del Estado, IESS, Policía, FF.AA…
De allí que el viceministro de Salud, Gonzalo Bonilla, advierte que el objetivo es “dejar atrás la idea de que lo privado es bueno, mientras que lo público y lo del IESS es malo”. Para ello, el presupuesto de Salud pasó de USD 560 millones en 2007 a USD 1 002 millones en 2008. Los fondos se utilizaron, por ejemplo, para comprar 24 mamógrafos, cuatro tomógrafos para los hospitales más grandes del país, como el Baca Ortiz de Quito.
En el último año, el IESS también incrementó el número de afiliados. Del histórico 1,3 millones de asegurados pasó a 1,6 millones. El presidente del frente de Defensa del Seguro, Iván Ludeña, sostiene que eso no significa que la atención haya mejorado.