La historia de Chila o Cheme y la supuesta falsificación de identidad es la expresión más palmaria del calvario institucional en que vivimos. La ausencia de instituciones y la incertidumbre en las responsabilidades, funciones o facilidades que estas deben brindar se expresa total en este caso. El originario y primigenio de los servicios que se obliga el Estado es el de la identidad. No hay nada más sagrado y cardinal que la filiación o identificación.
Es deber del Estado custodiar y manejar ordenada y éticamente esa información. Ya hemos visto o constatado el desastre que es la identificación de los habitantes del Ecuador. Son miles los casos que se conocen o que ha difundido la prensa de personas que tienen adulterados sus datos, que ha sido falsificada su firma, que tiene errores su cédula, que han sido clonadas las fichas, que no coinciden los números, que los nombres tienen descuidos, gazapos o falsedades.
Lo ocurrido con Chila o Cheme se manifiesta por la representación pública que tiene el jugador; sin embargo, cuántos pobladores nacen, viven y mueren bajo un nombre cambiado, un estado civil absurdo, una fecha de nacimiento equivocada o número de identificación incorrecto.
La oficina obligada de manejar, custodiar y garantizar que los habitantes estén plenamente identificados y que esa información sea segura y confiable ha sido maltratada muchos años. Se ha intentado decenas de veces de reestructurarla. Hemos asistido a la recedulación masiva. Se hicieron anuncios pomposos sobre la emisión de cédulas invulnerables y seguras. Todos estos afanes han resultado juegos pirotécnicos, fanfarrea. El crimen se ha beneficiado de este caos, el delito y la corrupción han medrado plácidamente.
Este es un problema de fondo, sustancial. Tiene que ver con la seguridad ciudadana, con la seguridad jurídica. Perder una cédula es trágico, yo diría catastrófico; pensar que alguien pueda emprender en actividades ilícitas con el documento se vuelve fatal.
Son estos los espacios por donde debe transitar la revolución ciudadana. Es aquí en donde el Estado o lo Público debe expresarse con todo su vigor y potencialidad. Para conducir y provocar una revolución en instituciones como el Registro Civil es que queremos tener un Presidente inquebrantable, estoico y dinámico.
El caso Chila o Cheme no es el primero dentro del fútbol profesional, se han producido varios casos en el trapicheo de fechas de nacimiento y metamorfosis de identidad. La FEF también tiene responsabilidad en el presunto ilícito ocurrido. Desde el 2003 existían estos registros en sus archivos y nadie se percató. A pocas horas de la final del Campeonato Nacional de Fútbol se levanta la polvareda. Algo turbio aparece en el tablado.