Actualmente, su mente se enfoca en la nueva etapa estudiantil que iniciará en agosto de este año: estudiar Ingeniería Civil en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), lo que hará a través de una beca académica que obtuvo.
Sin embargo, aceptó tomarse un respiro y reflexionar junto a este Diario sobre lo que significó para él y miles de otros jóvenes ecuatorianos la última parte de sus vidas como colegiales; una fase marcada por la pandemia del covid-19 y que los llevó a combinar los estudios presenciales, en las aulas, con la virtualidad.
Experimentaste lo virtual…
Sí, el segundo año del Bachillerato, aunque la mayor parte de mi educación, incluido el último año de colegio, fue presencial.
¿Hallaste una gran diferencia entre un sistema y el otro?
Sí, definitivamente hubo una gran diferencia. Más que todo en lo que tiene que ver con la parte anímica. No es lo mismo estudiar de manera virtual que presencial, porque cuando uno está en el aula, con sus compañeros, los profesores… uno como que tiene más ganas de estudiar, de compartir con los mismos compañeros, con los maestros.
¿Qué sucede en las clases virtuales?
Que uno se desmotiva bastante. Pero cuando ya regresamos a la presencialidad, se tenían más ganas y mucho más entusiasmo.
¿Y en la parte académica?
También hay diferencias. De manera presencial sí se aprende más. Uno está más concentrado, se deja lo que -quizás- aquí en casa puede distraerle. Sí se aprende más estando en el aula; se estudia mejor.
¿Los profesores tuvieron problemas al dar las clases de manera virtual?
Sí, se dificultó bastante. En un principio, creo, los profesores tampoco encontraban la forma, no le agarraban el tino a la virtualidad, por así decirlo, y sí costó; era más difícil entenderles. Y, por ejemplo, las materias relacionadas con ciencia se complicaban más. Como había bastantes temas, bastante contenido… para los profesores era más difícil explicarlo o, al menos, que se aseguren que estemos entendiendo, aprendiendo.
Yo creo que sí.
Estudiando en casa, ¿también hay diferencia a la hora de las pruebas, de los exámenes?
Claro que sí. Ahí, pues… no le voy a mentir, gran parte era consultar en Internet, incluso pedir ayuda. Todo era más relajado; los tiempos se alargaban más. Incluso se llegaba a cambiar la modalidad de pruebas y no se lo hacia de la forma tradicional (para remediar estos problemas), se evaluaba a través de presentaciones o proyectos, en lugar de pruebas o exámenes, porque obviamente se sabía que no se podía asegurar la honestidad académica de todos nosotros.
Y en esas condiciones, ¿crees que ustedes llegaron con vacíos o desfases al último año de colegio?
Claro que sí. Ahí, nuestro aprendizaje tuvo que ir de la mano con más esfuerzo propio en casa, porque sí llegamos con algunos vacíos, con algunas dudas que nos tocó ir, en el transcurso del último año de Bachillerato, pues estudiando por nuestra cuenta, en la casa. Y más allá de que tuvimos el apoyo de los profesores, sí llegamos con vacíos.
¿Crees que ustedes llegan con desventaja frente a generaciones previas de bachilleres?
Yo puedo hablar por mí; yo creo que sí logré nivelarme y esforzarme, pero quizás algunos (compañeros) no. Pero hablando por mí, creo que sí llego competente (a la universidad), sí me esforcé por completar lo perdido, las dudas estas que traíamos y terminar bien el colegio. Pero creo que a algunas personas sí les costó más, se quedaron con vacíos y no lograron completar todo lo que se perdió con la pandemia.
¿Crees que ya con experiencia, se podría retomar la virtualidad en el futuro como una opción?
Creo que se puede, pero es difícil, es muy complicado. Como dije, hay muchas distracciones, dan ganas de comer, la comodidad de estar uno en casa lo vuelve diferente, porque uno se comporta de manera diferente a la forma en como lo hace cuando uno esta en el aula. Y yo pienso que para mí, incluso con la experiencia previa, igual me seguiría costando el aprender y dedicarme. Pero he escuchado a algunos compañeros que dicen que la virtualidad les benefició, que aprenden más, que se concentran más. Pero yo sigo creyendo que estar en un salón, concentrado, con el profesor ahí, es lo mejor. No es lo mismo hacer los experimentos virtualmente que en los laboratorios.
Hoja de vida
Mateo Guzmán tiene 18 años. Estudió en el colegio ISM, en el campus ubicado en Calderón.
El joven es aficionado a los deportes y representó a su colegio en fútbol y atletismo. También ha participado en eventos de declamación y otras actividades.
Se apresta a estudiar Ingeniería Civil.