Los hinchas de los equipos de fútbol se merecen respeto. Ellos son, juntos a los deportistas, la esencia del fútbol. Por lo que es necesario desterrar todo tipo de agresiones físicas y verbales para hacer de este deporte uno que realmente sea un elemento para unir a los pueblos.
Empiezo por aquí porque estoy en desacuerdo con el montaje del video en el que Adolf Hitler reniega ser directivo del Deportivo Quito, exhibido el domingo pasado en el estadio Casa Blanca. Es una broma, claro que sí, pero de mal gusto. Una, que en lugar de originar burla, alimenta las rivalidades de las hinchadas. Por eso es necesario frenar ese tipo de hostilidades para evitar enfrentamientos de hinchadas en el futuro. Y es aquí en donde deben aparecer los directivos con madurez y no los que digan “que hagan lo que les dé la gana”. Este tipo de expresiones aún se evidencian a través del fútbol, en donde su organización principal, la FIFA, sí tiene una legislación clara, pero son sus asociaciones afiliadas (entiéndase por federaciones nacionales), las que aún no ejecutan acciones de penalizaciones por compadrazgos. La xenofobia y el neonazismo no son bienvenidos en el fútbol, espacio de emociones sanas de la sociedad.