Análisis foráneos señalan que en América Latina la buena estrella no se apagará. Si bien la crisis mundial se mantiene, los efectos que de ella emanan no resentirán a las economías latinoamericanas. Aún más, que si el precio de las materias primas decayera no significativamente, los países que han construido sólidas reservas en tiempos de bonanza no pasarán sobresaltos. Indican estos estudios que si bien la tasa de crecimiento no será como en años anteriores todavía seguirá por el 3 ó 4%. Se menciona que de continuar así, la lucha contra la pobreza avanzará y cada vez más personas saldrán de situaciones exasperantes e inentendibles en estas épocas. En términos generales todo ello suena alentador y debería considerarse como algo bueno. Pero no sólo se pueden mirar los problemas desde esa perspectiva. Quizás pocas veces se ha tornado más elocuente la falta de valores que esta corroyendo a estas sociedades, lo cual finalmente hace que cualquier avance económico palidezca ante los enormes problemas que ponen en riesgo la supervivencia misma de muchos estados.
Las tres más grandes economías de la región, son historias poco recomendables. México atrapado por una violencia inusitada a la que no hay forma de detener. A cada golpe asestado por las autoridades la respuesta del crimen organizado es más sangrienta. Su policía desmoralizada, atrapada en la maraña de la corrupción, hace que su población poco o nada confíe. Leer los reportajes de familiares de víctimas, en la mayoría de casos resignados a que los hechos delictivos queden impunes, descompone. Resulta inentendible cómo la sociedad entera puede tolerar el derrumbe del sistema.
El gigante del sur es caso aparte. Mucho se habla de sus logros, pero lo que no se menciona es que la calidad de su gestión sigue sometiendo a esa nación en las profundidades del Tercer Mundo. La violencia y la mafia campean, los esfuerzos por doblegarlas muestran pocos resultados. Un país con semejantes riquezas naturales, paisajes paradisíacos, apenas tiene la tercera parte del ingreso per cápita de un Estado mediano del Viejo Continente. Y los escándalos de corrupción no cesan.
En Argentina, ahora mismo, el mundo político se halla conmocionado por las repercusiones de un caso de influencias que ha salpicado al mismísimo Vicepresidente. Una empresa con más de setenta embargos en diez años había sido beneficiada con un contrato para la impresión de la moneda. Se habla de importantes influencias para sacarlo de su quiebra. Una persona involucrada con esa firma aparece pagando cuentas de un departamento de propiedad del Vicepresidente. Un caso de los que a menudo aparecen en Latinoamérica. El resto de países, casi sin excepción, atraviesan problemas similares. ¿Habrá futuro en países con precaria institucionalidad? ¿La educación de las grandes mayorías en qué estado se encuentra? En valores vamos de mal en peor.