Uno de los errores de esta Alcaldía es observar al Centro Histórico como una postal turística en la que hay que borrar lo feo con Photoshop, en este caso con la retroexcavadora. No importa la gente que trabaja ahí, ni las relaciones entre los microcomerciantes y clientes que habitan en el antiguo Registro Civil, lo que importa es borrar todo esperpento de cemento. Pues resulta que este mismo principio absurdo es el que se aplicó cuando se destruyeron las casas antiguas donde emergieron estas nuevas, ahora amenazadas.
Entonces el Alcalde, bajo este principio iluminado, debería también destruir el edificio de la misma Alcaldía de Quito. Es realmente esta casita campestre de un barrio burgués de Puembo, y que reemplazó a la construcción colonial, el verdadero parásito dentro del entorno colonial que debemos destruir. En definitiva, no hay debate cultural arquitectónico.