El exdirigente de Juventus, Luciano Moggi, fue condenado hoy a 5 años y 4 meses de prisión como principal responsable de un escándalo de corrupción en el calcio, que se jactaba de controlar sólo unos años atrás.
El Tribunal de Nápoles condenó a su vez a los exdesignadores arbitrales Paolo Bergamo y Pierluigi Pairetto a 3 años y 8 meses y a 1 año y 4 meses, también por el escándalo llamado “calciopoli” , y por el cual Juventus había sido condenado a la Serie B.
El presidente de Lazio Claudio Lotito fue condenado a 1 año y 3 meses, igual que los hermanos Andrea y Diego Della Valle, de Fiorentina, mientras que Leonardo Meani, de Milan, recibió una pena de un año, todos acusados de fraude deportivo. “No hablo”, dijo Moggi, mientras se retiraba de la sala, condenado de asociación para delinquir y varios episodios de fraude deportivo.
Paolo Trofino, abogado de Moggi, describió al calcio como “un mundo que no era perfecto” y dijo que “Moggi no era un diablo en un mundo de angeles” , pero el Tribunal rechazó la tesis de que también otros clubes presionaban para obtener arbitrajes favorables. “Moggi fue tomado como chivo expiatorio, la terminal de todas las miserias de un calcio que lo usó para lavar su conciencia” , dijo Trofino, en un discurso que, igual que otros abogados defensores, calificó de “payasos” , “indignos” e “indecentes” a los investigadores de la causa.
El proceso estalló en 2006 tras siete años de interceptaciones telefónicas entre Moggi y dirigentes, árbitros y otros personajes del calcio, un escándalo que provocó en su momento la caída de la cúpula de la Federación Italiana de Fútbol (FIGC) y castigos a clubes, como el descenso de Juventus y una fuerte quita de puntos al poderoso Milan, entre otros.
Juventus, además, fue despojada de los scudettos de 2004-05, que quedó vacante, y de 2005-06, que fue asignado a Inter. Moggi, que era el hombre fuerte del calcio, fue suspendido de por vida, aunque esa primera sentencia está apelada.
El escándalo registró un segundo capítulo, llamado Calciopoli-2, tras comprobarse que Moggi había provisto a los árbitros de celulares con chips suizos, para evitar nuevas interceptaciones, finalmente concretadas por la justicia.